La Biblia
Antiguo
Testamento contiene 39 libros.
La Ley
(Pentateuco): 5.- Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.
Libros
Históricos: 12.- Josué, Jueces, Rut, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes, 1 y 2 Crónicas,
Esdras, Nehemías y Ester.
Libros
Poéticos: 5.- Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares.
Libros
Proféticos: 17.
Mayores 5.-
Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel y Daniel.
Menores 12.-
Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo,
Zacarías y Malaquías.
Alrededor de
35-40 escritores contribuyeron en la formación de la Biblia, durante un periodo
de 1600 años aproximadamente.
El antiguo
testamento fue escrito en hebreo y en arameo. Todos escribieron bajo
inspiración de Dios las Palabras de Su mensaje para nosotros. La Palabra de
Dios es inmutable. El soplo de Dios entró en los escritores haciéndoles seres
inspirados e infalibles para hablar o escribir lo que el Espíritu Santo les
dio. La inspiración divina lleva al libro más allá del conocimiento o poder
humano y le da autoridad que no tiene ningún otro libro.
La Vulgata
fue la versión usada por las iglesias de Europa y Asia hasta el tiempo de la
Reforma, cuando comenzaron a traducir y usar biblias es sus propios idiomas.
PENTATEUCO
El Pentateuco
El término Pentateuco (penta significa cinco; así que Pentateuco significa
«cinco rollos») se refiere a los primeros cinco libros del Antiguo Testamento.
También se les llama «Tora» o «Ley» porque desde antiguo los judíos han respetado
esta obra en cinco volúmenes como su Ley. A veces se les llama los «Cinco
libros de Moisés», por ser éste su personaje sobresaliente y haber sido el gran
legislador de Israel por más de cuarenta años. Estos libros enfocan los
principales hilos de la revelación a los hebreos:
En Génesis tenemos la
revelación a Abraham, Isaac, Jacob y José (los patriarcas o «padres») con la
creatividad de Dios y el pecado del hombre como trasfondo.
En Éxodo hallamos una
doble revelación: la libertad de los cautivos en Egipto y la dación de la Ley
en el monte Sinaí.
Levítico plantea
claramente la enseñanza y la necesidad de vivir santamente.
En Números Dios guía a
su pueblo en su marcha hacia la Tierra Prometida.
En
Deuteronomio, Moisés recapitula el mensaje de Dios en cuanto a ley e
historia hasta aquel momento, y se repiten los Diez Mandamientos (capítulo 5).
En todo esto
Dios se manifestó mediante reales actos históricos; por consiguiente, no es
maravilla que, más que cualquier otro pueblo de la antigüedad, los judíos hayan
tomado en serio la historia.
En el
acontecer histórico Dios se manifestó a su pueblo.
Hasta tiempos
modernos todos los cristianos y los judíos creían que Moisés era el autor de la
mayor parte o de todo el Pentateuco. Éxodo 24.4; Deuteronomio 31.9,24-26, por
ejemplo, lo señalan como autor de porciones del Pentateuco. Algunos pasajes
posteriores (e.g. Josué 1.7,8; 1 Reyes 2.3; 2 Crónicas 34.14) reconocen a
Moisés como autor de la Ley. Además, el Nuevo Testamento da por sentada dicha
paternidad (e.g. Lucas 24.27,44; Juan 1.45; Hechos 28.23). En ninguna parte
dice la Biblia que Moisés haya escrito todo el Pentateuco. Por ejemplo, él no
escribió el relato de su muerte al final de Deuteronomio.
Génesis
Autor Moisés
Capítulos: 50
Destinatarios
El pueblo de Israel. Dios establece su autoridad y su poder sobre todo el
universo.
Dios no
comienza sólo con los principios del pueblo de Dios, sino comienza con los
principios de todos. Nos provee una historia universal.
Versículos
clave Génesis 12.1-3: «Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de
tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de
ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás
bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren
maldeciré y serán benditas en ti todas las familias de la tierra».
Propósito y
tema Génesis es una palabra griega que significa «origen» o «comienzo». Es un
título apropiado para el libro que narra el origen, la creación del cielo, la
tierra, el hombre, el pecado, la muerte y los judíos.
El título del
libro indica el propósito del mismo: relatar el comienzo. Los primeros once
capítulos presentan el origen de la historia universal desde Adán hasta Noé.
Del capítulo
12 al 50 trata la historia de los patriarcas hebreos (los padres) desde Abraham
hasta José.
El Dios único
es el Creador de todo (capítulo 1). El hombre fue el acto que coronó la
creación. El pecado fue la gran desobediencia del hombre (capítulos 2, 3). La
característica del pecado del hombre es que donde hay orgullo hay resistencia a
la autoridad: rebelión. Dicha rebelión es básicamente contra Dios, y como tal
(puesto que Dios es justo) cae bajo el juicio divino: tenemos así el diluvio de
los capítulos 6—9. Pero, después de castigado, el hombre persistió en su pecado
(capítulo 11); tal es la condición del hombre que, aunque se le castigue, y
aunque sepa lo que debe hacer, peca. Pero si el carácter del hombre lo impulsa
a pecar a despecho de su conocimiento; el carácter de Dios es el ser
misericordioso a despecho de la persistencia del hombre en el pecado.
En el
lenguaje teológico al favor inmerecido de Dios se llama «gracia», la cual es,
en cierto sentido, el verdadero mensaje de la Biblia desde Génesis hasta
Apocalipsis.
Aunque Adán y
Eva habían pecado, aunque Caín había matado a su hermano Abel, aunque la
humanidad había desobedecido a Dios, mediante Noé, Él salvó a un remanente. En
Abraham, ese remanente llegó a ser el pueblo electo, el Israel de Dios, y se
prolonga hoy día en quienes verdaderamente se identifican con la iglesia. Por
medio de Abraham y los elegidos de los tiempos bíblicos, Dios había de proveer
el gran liberador Moisés y el gran Libertador Jesús. También José es símbolo
(tipo) de liberación: si bien sus hermanos lo trataron cruelmente, él los salvo
de una muerte de hambre inminente mientras reinaba en Egipto. El hombre pecó;
Dios juzgó, redimió y dio nueva vida. Estos potentes actos se revelan en la
creación, el diluvio, la vida de Abraham y de los padres judíos. Los salvadores
actos de Dios son el tema de Génesis y de la Biblia en conjunto.
Bosquejo DE
ADÁN A NOÉ: COMIENZO DE LA HISTORIA (capítulos 1—11) Creación universal
(capítulo 1) Adán y Eva; la Caída (capítulos 2—3) Caín y Abel, primer
homicidio, descendientes de Adán (capítulos 4—5) Noé, el diluvio, el Pacto del
arcoiris (capítulos 6—9) Comienzo de las naciones (capítulo 10) Comienzo de los
idiomas, de Sem a Abraham (capítulo 11)
DE ABRAHAM A
JOSÉ: LOS PADRES HEBREOS (capítulos 12—50) Abraham (capítulos 12—25) Isaac y
los gemelos Jacob y Esaú (capítulos 26—36) José (capítulos 37—50).
Personajes
principales. - Adán, Eva, Caín, Abel, Enoc, Esaú, Jacob (Israel), Abraham,
Isaac y José.
Deuteronomio
Autor Moisés
Destinatarios
Los hijos de Israel.
Versículo
clave Deuteronomio 10.12-13: «Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de
ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo
ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y toda tu alma; que guardes
los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que
tengas prosperidad?»
Propósito y
tema El título «Deuteronomio» significa en griego «repetición de la Ley». A la
nueva generación que está a punto de entrar en Canaán, se le da la Ley,
interpretada y ampliada. Reiteradamente se le previene guardar la Ley y seguir
en pos de Dios. Verbos como «guardar», «seguir», «poner por obra» aparecen
decenas de veces en Deuteronomio. Moisés subraya lo que ocurre a la gente
cuando ésta desobedece a la Ley (tragedia), y el fruto que reciben cuando
cumplen la Ley (bendiciones de justicia). Es un libro muy conmovedor, porque en
él se halla el mensaje final de Moisés a los hijos de Israel, poco antes que
éstos cruzaran el Jordán para entrar en la Tierra Prometida. Narra los
acontecimientos finales de la vida y ministerio de Moisés. En dos grandes
partes puede dividirse en forma natural este libro: capítulos 1—30, mensajes
finales de Moisés; y capítulos 31—34, últimos sucesos de la vida y ministerio
de Moisés.
Bosquejo
MENSAJES FINALES DE MOISÉS (capítulos 1—30) Mensaje I: Desde Horeb hasta las
llanuras de Moab, el viaje visto retrospectivamente (capítulos 1—4) Mensaje II:
Repetición y explicación de los Diez Mandamientos, con la adición de «Y amarás
a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus
fuerzas» (6.5) (capítulos 5—26) Mensaje III: Mensaje (bendiciones y
maldiciones, obediencia y desobediencia) para dramatizar: la mitad del pueblo
de pie en el monte Ebal, y la otra mitad en el monte Gerizim, hablándose y
respondiéndose recíprocamente (capítulos 27—30)
En el
tabernáculo se ofrecían sacrificios en propiciación por los pecados del pueblo.
FIN DE LA VIDA
DE MOISÉS: SUCESOS FINALES (capítulos 31—34) Con 120 años Moisés está listo
para morir, y amonesta a Israel, «esfuérzate y anímate» (vv. 6,7,23) (capítulo
31) Moisés entona su cántico de despedida (capítulo 32) Moisés bendice a Israel
(capítulo 33) Últimos sucesos en la vida de Moisés, y su muerte (capítulo 34)
Historia: De
Josué a Ester
El Pentateuco
es la primera gran división del Antiguo Testamento. Contiene historia y leyes,
pero fue por estas últimas que los hebreos le dieron su nombre. Los judíos consideraban
el resto del Antiguo Testamento como un comentario sobre la Tora. La segunda
gran división se titula sección «Histórica» y consta de los doce libros desde
Josué hasta Ester. Estos libros nos narran la historia de Israel en Canaán bajo
el gobierno de Josué, los jueces y los reyes, y cuentan el retorno del
cautiverio babilónico.
Éxodo
Registra la
liberación de Israel de la esclavitud y documenta su propósito como una nación.
La salvación viene sólo por la sangre del cordero.
Capítulos;
40. Autor: Moisés
Versículos
clave Éxodo 3.8: «Y he descendido para librarlos de manos de los egipcios, y
sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche
y miel...»
Propósito y
tema El título de «Éxodo» procede de la traducción griega del Antiguo
Testamento (conocida como Septuaginta), y significa «salida» o «partida». Es un
nombre adecuado para el libro que narra la historia de la partida de los judíos
de Egipto atravesando el desierto de Sinaí rumbo a la tierra prometida,
historia que continua en los dos libros siguientes del Pentateuco. Moisés es el
gran personaje en torno al cual ocurren los sucesos del Éxodo. Al comienzo del
libro aparece como niño de cuna, crece hasta ser jefe de los israelitas cuando
estos salen de Egipto y vagan por el desierto, y es a él a quien se da la Ley.
De su grandeza en la historia no cabe duda. Tampoco cabe dudar de la grandeza
de los dos acontecimientos centrales del libro: (1) la liberación del
cautiverio egipcio y (2) la dación de la Ley. Estos dos acontecimientos han
resultado significativos para la historia judíocristiana. En ellos se reveló
Dios; constituyen ejemplos adicionales de sus actos salvadores. El Éxodo
significó liberación, y hasta el día de hoy lo celebran los judíos en la Pascua
(véase «Días sagrados y fiestas»); de igual modo la Ley, cuya esencia son los
Diez Mandamientos, es suma y sustancia de moralidad para los judíos. También
para los cristianos el Éxodo y la Ley son esenciales: Cristo en la cruz es el
Cordero Pascual, que conmemoramos en la Cena del Señor experimentamos al ser
liberados del pecado, así como los hijos de Israel fueron liberados de Egipto.
Los Diez Mandamientos forman la base de las leyes y para el cristiano el amor
al prójimo es «el cumplimiento de la ley» (Romanos 13.8-10).
Bosquejo Una
curiosidad es que el libro de Éxodo consta de cuarenta capítulos, el mismo
número de años de la peregrinación por el desierto. Los cuarenta capítulos se
dividen en tres partes: Historia, Ley, Adoración.
HISTORIA:
LIBERACIÓN DE EGIPTO (capítulos 1—18) Israel en el cautiverio egipcio (capítulo
1) Moisés llamado a ser liberador (capítulo 2—4) Faraón, Moisés, las diez
plagas (sangre, ranas, piojos, pulgas, morriña, úlceras, granizo, langostas,
tinieblas, muerte), la Pascua (capítulos 5—12) Comienza la peregrinación, paso
del Mar Rojo (capítulos 13— 14) Dios provee: Cántico, agua potable, codornices,
maná, victoria (sobre Amalec), consejo (de Jetro, suegro de Moisés) (capítulos
15—18)
LEY: DADA EN
EL MONTE SINAÍ (capítulos 19—34) La Ley dada a Moisés, los Diez Mandamientos
(capítulos 19— 31) La Ley quebrantada por el pueblo, el becerro de oro, las
tablas rotas (capítulo 32) La Ley restaurada, las segundas tablas (capítulos
33—34)
Personajes
principales: Moisés, Aarón, Faraón, María, Jetro.
Jubileo - Diccionario
Perspicacia
Una vez en la
Tierra Prometida, la nación de Israel tenía que contar seis años, durante los
cuales la tierra se sembraba, cultivaba y segaba, pero el séptimo año tenía que
ser un año sabático, durante el cual la tierra debía dejarse en
barbecho. En el séptimo año no se podía sembrar ni podar. Ni siquiera se podía
segar lo que crecía de los granos caídos durante la cosecha del año anterior ni
recoger las uvas de una vid sin podar. El grano y la fruta que creciesen por sí
solos estarían disponibles para el dueño, sus esclavos, sus trabajadores
asalariados, los residentes forasteros y los pobres. También los animales
domésticos y las bestias salvajes podían comer de ello. (Le 25:2-7; Éx 23:10,
11.) Había que contar siete períodos de siete años (7 × 7 = 49), y el año
siguiente, el quincuagésimo, sería un año de Jubileo.
El Jubileo
tenía las mismas características que el año sabático. La tierra recibía de
nuevo un descanso completo. Aplicaban las mismas reglas al producto de la
tierra. (Le 25:8-12.) Esto significaba que la producción del año cuarenta y
ocho de cada ciclo de cincuenta años sería la principal fuente de alimento para
aquel año, para los dos años siguientes y para algún tiempo más, hasta la
cosecha del año cincuenta y uno, el año después del Jubileo. Debido a la
bendición especial de Jehová, en el año sexto se recogía una cosecha suficiente
para suministrar alimento a lo largo del año sabático. (Le 25:20-22.) De igual
manera, Dios proveía una cosecha abundante y suficiente en el año cuarenta y
ocho para abastecer a la nación durante todo el año sabático, el Jubileo que
llegaba al año siguiente y hasta la cosecha del próximo año, siempre y cuando
los judíos observasen su Ley.
El Jubileo
era en cierto sentido un año completo de fiesta, un año de libertad. Su
observancia demostraría la fe de Israel en su Dios Jehová, y sería un tiempo de
acción de gracias y felicidad por sus provisiones.
En el décimo
día del séptimo mes (mes de Tisri), el Día de Expiación, se hacía sonar el
cuerno (schoh·fár, o scho·fár, un cuerno curvo de animal), proclamando libertad
por toda la tierra.
Esto
significaba libertad para los esclavos hebreos, muchos de los cuales se habían
vendido debido a una deuda. Tal liberación por lo general no llegaría hasta el
séptimo año de servidumbre (Éx 21:2), pero el Jubileo daba libertad incluso a
los que todavía no habían servido seis años. Se devolvía toda herencia de
tierra que se hubiese vendido, por lo general debido a reveses económicos, y
cada hombre volvía a su familia y a su posesión ancestral. Ninguna familia
tenía por qué hundirse de forma permanente en la pobreza completa. Toda familia
merecía honor y respeto. Incluso aquel que derrochase sus bienes no privaría
para siempre de su herencia a su posteridad. Después de todo, la tierra en
realidad era de Jehová, y, desde Su punto de vista, los israelitas mismos eran
residentes forasteros y pobladores. (Le 25:23, 24.) Si la nación guardaba las
leyes de Dios, entonces, como Él había dicho, “nadie debería llegar a ser pobre
entre ti”. (Le 25:8-10, 13; Dt 15:4, 5.)
Por causa de
la ley del Jubileo, no se podía vender a perpetuidad ninguna porción de tierra.
Dios dispuso que si un hombre vendía una porción de tierra de su posesión
hereditaria, el precio de venta se calculase en armonía con la cantidad de años
que quedaban hasta el Jubileo. El mismo procedimiento se aplicaba en el caso de
que el dueño recomprara su porción hereditaria. De hecho, cuando se vendía una
parte de la tierra, en realidad solo se cedía el uso de ella, así como su
producto, durante los años que pasasen hasta el año de Jubileo. (Le 25:15, 16,
23-28.) Esto aplicaba a las casas de los poblados que no tenían murallas, a las
que se consideraba como campo abierto, pero las casas de las ciudades
amuralladas no estaban incluidas en la propiedad que se devolvía en el Jubileo.
Las casas de los levitas eran una excepción, ya que sus únicas posesiones eran
las casas y las dehesas alrededor de las ciudades levitas. A ellos se les devolvían
sus casas en el Jubileo; las dehesas de las ciudades levitas no se podían
vender. (Le 25:29-34.)
La
maravillosa institución del año de Jubileo se puede apreciar mejor si se
consideran no solo los beneficios que obtenían los israelitas individualmente,
sino el efecto que tenía en la nación en conjunto. Cuando se observaba
debidamente el Jubileo, en ese año la nación quedaba restaurada por completo a
la debida condición teocrática que Dios se propuso y estableció en un
principio. El gobierno tenía una base sólida. La economía nacional siempre
permanecería estable y la nación no tendría deudas pesadas. (Dt 15:6.) El
Jubileo proporcionaba una norma estable para los valores de la tierra y también
impedía una gran deuda interna, con la consiguiente falsa prosperidad, que
ocasionaría inflación, deflación y depresión comercial.
La
observancia rigurosa de la ley del Jubileo impediría que la nación cayera en la
triste condición que observamos actualmente en muchos países, en los que
prácticamente priman dos clases de personas: las extremadamente pobres y las
muy adineradas. Estos beneficios para el individuo fortalecían la nación, pues
nadie se vería desvalido y aplastado por la falta de productividad debido a una
mala situación económica, sino que todos podrían contribuir con sus talentos y
habilidades para el bien de la nación. Gracias a las bendiciones de Jehová
sobre las cosechas y a la educación que se proporcionaba, mientras Israel fuese
obediente, disfrutaría del gobierno y la prosperidad perfectos que solo una
verdadera teocracia podría lograr. (Isa 33:22.)
En los años
sabáticos se leía la Ley al pueblo, en especial durante la fiesta de las
cabañas o de la recolección. (Dt 31:10-12.) De ese modo se les ayudaba a
acercarse más a Jehová y a mantener la libertad que el Jubileo les otorgaba.
Jehová advirtió a los israelitas que sufrirían calamidad si eran desobedientes
y repetidamente pasaban por alto sus leyes, entre las que se contaban la
observancia de los años sabáticos y de Jubileo. (Le 26:27-45.)
Empezando a
contar los años cuando los israelitas entraron en la Tierra Prometida, su
primer año de Jubileo empezó en Tisri de 1424 a. E.C. (Le 25:2-4, 8-10.) Desde
la entrada en la Tierra Prometida, en 1473 a. E.C., hasta la caída de
Jerusalén, en 607 a. E.C., los israelitas estaban obligados a celebrar
diecisiete Jubileos. Pero es triste observar en su historia que no apreciaron
el tener a Jehová como Rey. Con el tiempo violaron sus mandamientos, incluidas
las leyes en cuanto al sábado, y perdieron las bendiciones que Él tenía
preparadas para ellos.
Debido a su
comportamiento, el nombre de Dios se vituperó ante las naciones del mundo y no
pudieron gozar de la excelencia de su gobierno teocrático. (2Cr 36:20, 21.)
Significado
simbólico.
En las Escrituras Griegas Cristianas se hace referencia a un significado
simbólico del Jubileo. Jesucristo dijo que vino a “predicar una liberación a
los cautivos”. (Lu 4:16-18.) Más tarde dijo con respecto a la liberación de la
esclavitud al pecado: “Si el Hijo los liberta, serán realmente libres”. (Jn
8:36.) Como a los cristianos ungidos por espíritu se les declaró justos para la
vida y se les engendró como hijos de Dios a partir del Pentecostés de 33 E.C.,
el apóstol Pablo pudo escribir más tarde: “La ley de ese espíritu que da vida
en unión con Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte”.
(Ro 8:2.) Durante el reinado de mil años de Cristo, otros también ‘serán
libertados de la esclavitud a la corrupción’ y, después de haberse mostrado
leales bajo prueba, ‘tendrán la gloriosa libertad de los hijos de Dios’. (Ro
8:19-21.) Serán libertados del pecado heredado y de la muerte a la que este
conduce. La custodia de la misma Tierra se devolverá a los verdaderos
adoradores, para que la cuiden en armonía con el propósito original de Jehová
para la humanidad. (Rev 21:4; Gé 1:28; Isa 65:21-25.)
Levítico
Autor Moisés
Destinatarios
Los hijos de Israel, Aarón y sus descendientes.
Versículo
clave Levítico 20.26: «Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy
santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos».
Propósito y
tema Este libro se escribió primariamente para que el pueblo judío comprendiera
claramente qué significa vivir santamente. Bosqueja las leyes que rigen la vida
santa, y da instrucciones al sacerdocio. La tribu de Leví estaba dedicada al
sacerdocio; de ahí el término «sacerdocio levítico». (El título «Levítico»
significa «el libro de los levitas».) Los sacerdotes estaban encargados del
culto público y la adoración se relaciona evidentemente con la vida santa. El
sacerdocio del Antiguo Testamento tiene la esperanza puesta en el Gran Sumo
Sacerdote (Jesucristo) del Nuevo. Como el propósito del libro era instar al
pueblo a vivir santamente y adorar en santidad en presencia del santo Dios,
ciertas palabras como «santo», «santificar», «santuario», se emplean más de
cien veces. La palabra «santificar» significa al pie de la letra «apartar» para
el propósito de Dios. El sistema de sacrificios con sus ofrendas y oblaciones
se menciona docenas de veces. Subraya la expiación, así como la limpieza
espiritual; en realidad, expiación y santidad son las ideas clave para
comprender este libro. El Levítico deja claro que el modo adecuado de allegarse
a Dios es por medio del sacrificio (capítulos 1—7), y este énfasis apunta hacia
la derramada sangre de Jesucristo en el Calvario. La santidad del pueblo de
Dios se subraya en los capítulos 1—27.
Bosquejo
FORMAS DE ALLEGARSE A DIOS (capítulos 1—10)
Mediante el
sacrificio: ofrendas de alimentos y animales (capítulos 1—7) Mediante agentes:
los sacerdotes (capítulos 8—10)
FORMAS DE
VIDA SANTA DELANTE DE DIOS (capítulos 11—24) Respecto a alimentos (capítulo 11)
Respecto a la maternidad (capítulo 12) Respecto a la lepra (capítulos 13—14)
Respecto a la vida privada (capítulo 15) Respecto a la adoración y el día de
expiación (capítulos 16— 17) Respecto a relaciones humanas de laicos y
sacerdotes (capítulos 18—22) Respecto a los siete «días» (o períodos) santos:
Pascua, panes sin levadura, primeros frutos, ofrenda encendida, trompetas, día
de expiación, tabernáculos (véase «Fiestas y días sagrados») (capítulo 23)
Respecto al aceite y los panes de la proposición (capítulo 24)
FORMAS DE
EXPRESIÓN ÉTICA: LEYES Y VOTOS (capítulos 25-27) Años sabático (séptimo) y del
jubileo, los pobres, promesas y advertencias (capítulos 25-26) Votos al
Espíritu Santo (capítulo 27).
Números
Autor Moisés
Destinatarios
El pueblo y sacerdotes de Israel.
Versículos
clave Números 1.2-3: «Tomad el censo de toda la congregación de los hijos de
Israel por sus familias, por las casas de sus padres, con la cuenta de los nombres,
todos los varones por sus cabezas. De veinte años arriba, todos los que pueden
salir a la guerra en Israel, los contaréis tú y Aarón por sus ejércitos».
Números 14.19: «Perdona ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza de
tu misericordia, y como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí».
Propósito y
tema El propósito de este libro es histórico. Narra los 40 años de
peregrinación por el desierto. Registra el censo de unas dos generaciones (el
título «Números» —en griego arithmoi— se emplea porque numera las generaciones
de los judíos durante la peregrinación por el desierto). El término «desierto»
se emplea unas 45 veces en el libro. Dios disciplinó a su pueblo en los
cuarenta años de peregrinación, porque ellos pecaron con su incredulidad y
desobediencia. Pero se revelan en forma poderosa el cuidado y guía de Dios.
Aunque Israel se rebeló, Dios jamás quebrantó su pacto; fielmente los guio a
Canaán, la tierra prometida a los padres de Israel. Israel es infiel; Dios es
fiel. Pero en todo esto no se empaña la santidad de Dios. Las normas para
purificarse antes de presentarse ante Dios destacan vívidamente la santidad del
Señor. Su castigo a los judíos idólatras (capítulo 25) pone aun más de relieve
su justicia y santidad. El Dios santo es el Dios fiel y guiador del pacto.
Bosquejo EL
CENSO EN EL SINAÍ: PREPARACIÓN PARA EL VIAJE (capítulos 1—9) Organización:
recuento del pueblo, las tribus preparadas y ordenadas (capítulos 1—2)
Instrucciones a los levitas, ritos, ofrendas (capítulos 3—8) Celebración del
primer aniversario de la Pascua (capítulo 9)
VIAJE DESDE
EL SINAÍ A CADES-BARNEA (capítulos 10— 12) Comienza el viaje (capítulo 10)
Murmuraciones, y el castigo de Dios (capítulos 11—12)
ERRANTES POR
EL DESIERTO (capítulos 13—20) Los espías informan negativamente sobre la
«Tierra Prometida» (capítulo 13) Israel rehúsa entrar en la tierra; el castigo
de Dios; cuarenta años de experiencia en el desierto (capítulo 14)
Instrucciones para entrar en la «Tierra Prometida» (capítulo 15) Sucesos clave
hasta la muerte de Aarón: rebelión de Coré, florecimiento de la vara de Aarón,
instrucciones a los levitas, regreso a Cades-Barnea, pecado de Moisés, muerte
de Aarón (capítulos 16—20)
VIAJE DE
CADES-BARNEA AL JORDÁN (capítulos 21—36) Murmuraciones y pecados, pero al
final, victoria; la serpiente de bronce. Balaam, inmoralidad (capítulos 21—25)
Nuevo censo, Josué elegido sucesor de Moisés (capítulos 26—27) Ofrendas y votos
(capítulos 28—30)
Victoria de
Israel sobre los medianitas (capítulo 31) Organización tribal y ubicación
geográfica, se recapitula la peregrinación, ciudades de refugio (capítulos
32—36).