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PENTATEUCO





La Biblia


Antiguo Testamento contiene 39 libros.
La Ley (Pentateuco): 5.- Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.
Libros Históricos: 12.- Josué, Jueces, Rut, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes, 1 y 2 Crónicas, Esdras, Nehemías y Ester.
Libros Poéticos: 5.- Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares.
Libros Proféticos: 17.
Mayores 5.- Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel y Daniel.
Menores 12.- Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías.
Alrededor de 35-40 escritores contribuyeron en la formación de la Biblia, durante un periodo de 1600 años aproximadamente.
El antiguo testamento fue escrito en hebreo y en arameo. Todos escribieron bajo inspiración de Dios las Palabras de Su mensaje para nosotros. La Palabra de Dios es inmutable. El soplo de Dios entró en los escritores haciéndoles seres inspirados e infalibles para hablar o escribir lo que el Espíritu Santo les dio. La inspiración divina lleva al libro más allá del conocimiento o poder humano y le da autoridad que no tiene ningún otro libro.
La Vulgata fue la versión usada por las iglesias de Europa y Asia hasta el tiempo de la Reforma, cuando comenzaron a traducir y usar biblias es sus propios idiomas.


PENTATEUCO


El Pentateuco El término Pentateuco (penta significa cinco; así que Pentateuco significa «cinco rollos») se refiere a los primeros cinco libros del Antiguo Testamento. También se les llama «Tora» o «Ley» porque desde antiguo los judíos han respetado esta obra en cinco volúmenes como su Ley. A veces se les llama los «Cinco libros de Moisés», por ser éste su personaje sobresaliente y haber sido el gran legislador de Israel por más de cuarenta años. Estos libros enfocan los principales hilos de la revelación a los hebreos:
En Génesis tenemos la revelación a Abraham, Isaac, Jacob y José (los patriarcas o «padres») con la creatividad de Dios y el pecado del hombre como trasfondo.
En Éxodo hallamos una doble revelación: la libertad de los cautivos en Egipto y la dación de la Ley en el monte Sinaí.
Levítico plantea claramente la enseñanza y la necesidad de vivir santamente.
En Números Dios guía a su pueblo en su marcha hacia la Tierra Prometida.
En Deuteronomio, Moisés recapitula el mensaje de Dios en cuanto a ley e historia hasta aquel momento, y se repiten los Diez Mandamientos (capítulo 5).

En todo esto Dios se manifestó mediante reales actos históricos; por consiguiente, no es maravilla que, más que cualquier otro pueblo de la antigüedad, los judíos hayan tomado en serio la historia.

En el acontecer histórico Dios se manifestó a su pueblo.

Hasta tiempos modernos todos los cristianos y los judíos creían que Moisés era el autor de la mayor parte o de todo el Pentateuco. Éxodo 24.4; Deuteronomio 31.9,24-26, por ejemplo, lo señalan como autor de porciones del Pentateuco. Algunos pasajes posteriores (e.g. Josué 1.7,8; 1 Reyes 2.3; 2 Crónicas 34.14) reconocen a Moisés como autor de la Ley. Además, el Nuevo Testamento da por sentada dicha paternidad (e.g. Lucas 24.27,44; Juan 1.45; Hechos 28.23). En ninguna parte dice la Biblia que Moisés haya escrito todo el Pentateuco. Por ejemplo, él no escribió el relato de su muerte al final de Deuteronomio.



Génesis



Autor  Moisés
Capítulos: 50
Destinatarios El pueblo de Israel. Dios establece su autoridad y su poder sobre todo el universo.
Dios no comienza sólo con los principios del pueblo de Dios, sino comienza con los principios de todos. Nos provee una historia universal.

Versículos clave Génesis 12.1-3: «Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré y serán benditas en ti todas las familias de la tierra».
Propósito y tema Génesis es una palabra griega que significa «origen» o «comienzo». Es un título apropiado para el libro que narra el origen, la creación del cielo, la tierra, el hombre, el pecado, la muerte y los judíos.

El título del libro indica el propósito del mismo: relatar el comienzo. Los primeros once capítulos presentan el origen de la historia universal desde Adán hasta Noé.
Del capítulo 12 al 50 trata la historia de los patriarcas hebreos (los padres) desde Abraham hasta José.
El Dios único es el Creador de todo (capítulo 1). El hombre fue el acto que coronó la creación. El pecado fue la gran desobediencia del hombre (capítulos 2, 3). La característica del pecado del hombre es que donde hay orgullo hay resistencia a la autoridad: rebelión. Dicha rebelión es básicamente contra Dios, y como tal (puesto que Dios es justo) cae bajo el juicio divino: tenemos así el diluvio de los capítulos 6—9. Pero, después de castigado, el hombre persistió en su pecado (capítulo 11); tal es la condición del hombre que, aunque se le castigue, y aunque sepa lo que debe hacer, peca. Pero si el carácter del hombre lo impulsa a pecar a despecho de su conocimiento; el carácter de Dios es el ser misericordioso a despecho de la persistencia del hombre en el pecado.
En el lenguaje teológico al favor inmerecido de Dios se llama «gracia», la cual es, en cierto sentido, el verdadero mensaje de la Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis.

Aunque Adán y Eva habían pecado, aunque Caín había matado a su hermano Abel, aunque la humanidad había desobedecido a Dios, mediante Noé, Él salvó a un remanente. En Abraham, ese remanente llegó a ser el pueblo electo, el Israel de Dios, y se prolonga hoy día en quienes verdaderamente se identifican con la iglesia. Por medio de Abraham y los elegidos de los tiempos bíblicos, Dios había de proveer el gran liberador Moisés y el gran Libertador Jesús. También José es símbolo (tipo) de liberación: si bien sus hermanos lo trataron cruelmente, él los salvo de una muerte de hambre inminente mientras reinaba en Egipto. El hombre pecó; Dios juzgó, redimió y dio nueva vida. Estos potentes actos se revelan en la creación, el diluvio, la vida de Abraham y de los padres judíos. Los salvadores actos de Dios son el tema de Génesis y de la Biblia en conjunto.

Bosquejo DE ADÁN A NOÉ: COMIENZO DE LA HISTORIA (capítulos 1—11) Creación universal (capítulo 1) Adán y Eva; la Caída (capítulos 2—3) Caín y Abel, primer homicidio, descendientes de Adán (capítulos 4—5) Noé, el diluvio, el Pacto del arcoiris (capítulos 6—9) Comienzo de las naciones (capítulo 10) Comienzo de los idiomas, de Sem a Abraham (capítulo 11)
DE ABRAHAM A JOSÉ: LOS PADRES HEBREOS (capítulos 12—50) Abraham (capítulos 12—25) Isaac y los gemelos Jacob y Esaú (capítulos 26—36) José (capítulos 37—50).

Personajes principales. - Adán, Eva, Caín, Abel, Enoc, Esaú, Jacob (Israel), Abraham, Isaac y José.




Deuteronomio



Autor Moisés
Destinatarios Los hijos de Israel.

Versículo clave Deuteronomio 10.12-13: «Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad?»
Propósito y tema El título «Deuteronomio» significa en griego «repetición de la Ley». A la nueva generación que está a punto de entrar en Canaán, se le da la Ley, interpretada y ampliada. Reiteradamente se le previene guardar la Ley y seguir en pos de Dios. Verbos como «guardar», «seguir», «poner por obra» aparecen decenas de veces en Deuteronomio. Moisés subraya lo que ocurre a la gente cuando ésta desobedece a la Ley (tragedia), y el fruto que reciben cuando cumplen la Ley (bendiciones de justicia). Es un libro muy conmovedor, porque en él se halla el mensaje final de Moisés a los hijos de Israel, poco antes que éstos cruzaran el Jordán para entrar en la Tierra Prometida. Narra los acontecimientos finales de la vida y ministerio de Moisés. En dos grandes partes puede dividirse en forma natural este libro: capítulos 1—30, mensajes finales de Moisés; y capítulos 31—34, últimos sucesos de la vida y ministerio de Moisés.

Bosquejo MENSAJES FINALES DE MOISÉS (capítulos 1—30) Mensaje I: Desde Horeb hasta las llanuras de Moab, el viaje visto retrospectivamente (capítulos 1—4) Mensaje II: Repetición y explicación de los Diez Mandamientos, con la adición de «Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas» (6.5) (capítulos 5—26) Mensaje III: Mensaje (bendiciones y maldiciones, obediencia y desobediencia) para dramatizar: la mitad del pueblo de pie en el monte Ebal, y la otra mitad en el monte Gerizim, hablándose y respondiéndose recíprocamente (capítulos 27—30)
En el tabernáculo se ofrecían sacrificios en propiciación por los pecados del pueblo.


FIN DE LA VIDA DE MOISÉS: SUCESOS FINALES (capítulos 31—34) Con 120 años Moisés está listo para morir, y amonesta a Israel, «esfuérzate y anímate» (vv. 6,7,23) (capítulo 31) Moisés entona su cántico de despedida (capítulo 32) Moisés bendice a Israel (capítulo 33) Últimos sucesos en la vida de Moisés, y su muerte (capítulo 34)

Historia: De Josué a Ester
El Pentateuco es la primera gran división del Antiguo Testamento. Contiene historia y leyes, pero fue por estas últimas que los hebreos le dieron su nombre. Los judíos consideraban el resto del Antiguo Testamento como un comentario sobre la Tora. La segunda gran división se titula sección «Histórica» y consta de los doce libros desde Josué hasta Ester. Estos libros nos narran la historia de Israel en Canaán bajo el gobierno de Josué, los jueces y los reyes, y cuentan el retorno del cautiverio babilónico.




Éxodo


Registra la liberación de Israel de la esclavitud y documenta su propósito como una nación. La salvación viene sólo por la sangre del cordero.
Capítulos; 40. Autor: Moisés

Versículos clave Éxodo 3.8: «Y he descendido para librarlos de manos de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel...»

Propósito y tema El título de «Éxodo» procede de la traducción griega del Antiguo Testamento (conocida como Septuaginta), y significa «salida» o «partida». Es un nombre adecuado para el libro que narra la historia de la partida de los judíos de Egipto atravesando el desierto de Sinaí rumbo a la tierra prometida, historia que continua en los dos libros siguientes del Pentateuco. Moisés es el gran personaje en torno al cual ocurren los sucesos del Éxodo. Al comienzo del libro aparece como niño de cuna, crece hasta ser jefe de los israelitas cuando estos salen de Egipto y vagan por el desierto, y es a él a quien se da la Ley. De su grandeza en la historia no cabe duda. Tampoco cabe dudar de la grandeza de los dos acontecimientos centrales del libro: (1) la liberación del cautiverio egipcio y (2) la dación de la Ley. Estos dos acontecimientos han resultado significativos para la historia judíocristiana. En ellos se reveló Dios; constituyen ejemplos adicionales de sus actos salvadores. El Éxodo significó liberación, y hasta el día de hoy lo celebran los judíos en la Pascua (véase «Días sagrados y fiestas»); de igual modo la Ley, cuya esencia son los Diez Mandamientos, es suma y sustancia de moralidad para los judíos. También para los cristianos el Éxodo y la Ley son esenciales: Cristo en la cruz es el Cordero Pascual, que conmemoramos en la Cena del Señor experimentamos al ser liberados del pecado, así como los hijos de Israel fueron liberados de Egipto. Los Diez Mandamientos forman la base de las leyes y para el cristiano el amor al prójimo es «el cumplimiento de la ley» (Romanos 13.8-10).


Bosquejo Una curiosidad es que el libro de Éxodo consta de cuarenta capítulos, el mismo número de años de la peregrinación por el desierto. Los cuarenta capítulos se dividen en tres partes: Historia, Ley, Adoración.

HISTORIA: LIBERACIÓN DE EGIPTO (capítulos 1—18) Israel en el cautiverio egipcio (capítulo 1) Moisés llamado a ser liberador (capítulo 2—4) Faraón, Moisés, las diez plagas (sangre, ranas, piojos, pulgas, morriña, úlceras, granizo, langostas, tinieblas, muerte), la Pascua (capítulos 5—12) Comienza la peregrinación, paso del Mar Rojo (capítulos 13— 14) Dios provee: Cántico, agua potable, codornices, maná, victoria (sobre Amalec), consejo (de Jetro, suegro de Moisés) (capítulos 15—18)

LEY: DADA EN EL MONTE SINAÍ (capítulos 19—34) La Ley dada a Moisés, los Diez Mandamientos (capítulos 19— 31) La Ley quebrantada por el pueblo, el becerro de oro, las tablas rotas (capítulo 32) La Ley restaurada, las segundas tablas (capítulos 33—34)

Personajes principales: Moisés, Aarón, Faraón, María, Jetro.




Jubileo - Diccionario Perspicacia


Una vez en la Tierra Prometida, la nación de Israel tenía que contar seis años, durante los cuales la tierra se sembraba, cultivaba y segaba, pero el séptimo año tenía que ser un año sabático, durante el cual la tierra debía dejarse en barbecho. En el séptimo año no se podía sembrar ni podar. Ni siquiera se podía segar lo que crecía de los granos caídos durante la cosecha del año anterior ni recoger las uvas de una vid sin podar. El grano y la fruta que creciesen por sí solos estarían disponibles para el dueño, sus esclavos, sus trabajadores asalariados, los residentes forasteros y los pobres. También los animales domésticos y las bestias salvajes podían comer de ello. (Le 25:2-7; Éx 23:10, 11.) Había que contar siete períodos de siete años (7 × 7 = 49), y el año siguiente, el quincuagésimo, sería un año de Jubileo.

El Jubileo tenía las mismas características que el año sabático. La tierra recibía de nuevo un descanso completo. Aplicaban las mismas reglas al producto de la tierra. (Le 25:8-12.) Esto significaba que la producción del año cuarenta y ocho de cada ciclo de cincuenta años sería la principal fuente de alimento para aquel año, para los dos años siguientes y para algún tiempo más, hasta la cosecha del año cincuenta y uno, el año después del Jubileo. Debido a la bendición especial de Jehová, en el año sexto se recogía una cosecha suficiente para suministrar alimento a lo largo del año sabático. (Le 25:20-22.) De igual manera, Dios proveía una cosecha abundante y suficiente en el año cuarenta y ocho para abastecer a la nación durante todo el año sabático, el Jubileo que llegaba al año siguiente y hasta la cosecha del próximo año, siempre y cuando los judíos observasen su Ley.

El Jubileo era en cierto sentido un año completo de fiesta, un año de libertad. Su observancia demostraría la fe de Israel en su Dios Jehová, y sería un tiempo de acción de gracias y felicidad por sus provisiones.

En el décimo día del séptimo mes (mes de Tisri), el Día de Expiación, se hacía sonar el cuerno (schoh·fár, o scho·fár, un cuerno curvo de animal), proclamando libertad por toda la tierra.

Esto significaba libertad para los esclavos hebreos, muchos de los cuales se habían vendido debido a una deuda. Tal liberación por lo general no llegaría hasta el séptimo año de servidumbre (Éx 21:2), pero el Jubileo daba libertad incluso a los que todavía no habían servido seis años. Se devolvía toda herencia de tierra que se hubiese vendido, por lo general debido a reveses económicos, y cada hombre volvía a su familia y a su posesión ancestral. Ninguna familia tenía por qué hundirse de forma permanente en la pobreza completa. Toda familia merecía honor y respeto. Incluso aquel que derrochase sus bienes no privaría para siempre de su herencia a su posteridad. Después de todo, la tierra en realidad era de Jehová, y, desde Su punto de vista, los israelitas mismos eran residentes forasteros y pobladores. (Le 25:23, 24.) Si la nación guardaba las leyes de Dios, entonces, como Él había dicho, “nadie debería llegar a ser pobre entre ti”. (Le 25:8-10, 13; Dt 15:4, 5.)

Por causa de la ley del Jubileo, no se podía vender a perpetuidad ninguna porción de tierra. Dios dispuso que si un hombre vendía una porción de tierra de su posesión hereditaria, el precio de venta se calculase en armonía con la cantidad de años que quedaban hasta el Jubileo. El mismo procedimiento se aplicaba en el caso de que el dueño recomprara su porción hereditaria. De hecho, cuando se vendía una parte de la tierra, en realidad solo se cedía el uso de ella, así como su producto, durante los años que pasasen hasta el año de Jubileo. (Le 25:15, 16, 23-28.) Esto aplicaba a las casas de los poblados que no tenían murallas, a las que se consideraba como campo abierto, pero las casas de las ciudades amuralladas no estaban incluidas en la propiedad que se devolvía en el Jubileo. Las casas de los levitas eran una excepción, ya que sus únicas posesiones eran las casas y las dehesas alrededor de las ciudades levitas. A ellos se les devolvían sus casas en el Jubileo; las dehesas de las ciudades levitas no se podían vender. (Le 25:29-34.)

La maravillosa institución del año de Jubileo se puede apreciar mejor si se consideran no solo los beneficios que obtenían los israelitas individualmente, sino el efecto que tenía en la nación en conjunto. Cuando se observaba debidamente el Jubileo, en ese año la nación quedaba restaurada por completo a la debida condición teocrática que Dios se propuso y estableció en un principio. El gobierno tenía una base sólida. La economía nacional siempre permanecería estable y la nación no tendría deudas pesadas. (Dt 15:6.) El Jubileo proporcionaba una norma estable para los valores de la tierra y también impedía una gran deuda interna, con la consiguiente falsa prosperidad, que ocasionaría inflación, deflación y depresión comercial.

La observancia rigurosa de la ley del Jubileo impediría que la nación cayera en la triste condición que observamos actualmente en muchos países, en los que prácticamente priman dos clases de personas: las extremadamente pobres y las muy adineradas. Estos beneficios para el individuo fortalecían la nación, pues nadie se vería desvalido y aplastado por la falta de productividad debido a una mala situación económica, sino que todos podrían contribuir con sus talentos y habilidades para el bien de la nación. Gracias a las bendiciones de Jehová sobre las cosechas y a la educación que se proporcionaba, mientras Israel fuese obediente, disfrutaría del gobierno y la prosperidad perfectos que solo una verdadera teocracia podría lograr. (Isa 33:22.)

En los años sabáticos se leía la Ley al pueblo, en especial durante la fiesta de las cabañas o de la recolección. (Dt 31:10-12.) De ese modo se les ayudaba a acercarse más a Jehová y a mantener la libertad que el Jubileo les otorgaba. Jehová advirtió a los israelitas que sufrirían calamidad si eran desobedientes y repetidamente pasaban por alto sus leyes, entre las que se contaban la observancia de los años sabáticos y de Jubileo. (Le 26:27-45.)

Empezando a contar los años cuando los israelitas entraron en la Tierra Prometida, su primer año de Jubileo empezó en Tisri de 1424 a. E.C. (Le 25:2-4, 8-10.) Desde la entrada en la Tierra Prometida, en 1473 a. E.C., hasta la caída de Jerusalén, en 607 a. E.C., los israelitas estaban obligados a celebrar diecisiete Jubileos. Pero es triste observar en su historia que no apreciaron el tener a Jehová como Rey. Con el tiempo violaron sus mandamientos, incluidas las leyes en cuanto al sábado, y perdieron las bendiciones que Él tenía preparadas para ellos.


Debido a su comportamiento, el nombre de Dios se vituperó ante las naciones del mundo y no pudieron gozar de la excelencia de su gobierno teocrático. (2Cr 36:20, 21.)

Significado simbólico. En las Escrituras Griegas Cristianas se hace referencia a un significado simbólico del Jubileo. Jesucristo dijo que vino a “predicar una liberación a los cautivos”. (Lu 4:16-18.) Más tarde dijo con respecto a la liberación de la esclavitud al pecado: “Si el Hijo los liberta, serán realmente libres”. (Jn 8:36.) Como a los cristianos ungidos por espíritu se les declaró justos para la vida y se les engendró como hijos de Dios a partir del Pentecostés de 33 E.C., el apóstol Pablo pudo escribir más tarde: “La ley de ese espíritu que da vida en unión con Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte”. (Ro 8:2.) Durante el reinado de mil años de Cristo, otros también ‘serán libertados de la esclavitud a la corrupción’ y, después de haberse mostrado leales bajo prueba, ‘tendrán la gloriosa libertad de los hijos de Dios’. (Ro 8:19-21.) Serán libertados del pecado heredado y de la muerte a la que este conduce. La custodia de la misma Tierra se devolverá a los verdaderos adoradores, para que la cuiden en armonía con el propósito original de Jehová para la humanidad. (Rev 21:4; Gé 1:28; Isa 65:21-25.)




Levítico


Autor Moisés
Destinatarios Los hijos de Israel, Aarón y sus descendientes.

Versículo clave Levítico 20.26: «Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos».
Propósito y tema Este libro se escribió primariamente para que el pueblo judío comprendiera claramente qué significa vivir santamente. Bosqueja las leyes que rigen la vida santa, y da instrucciones al sacerdocio. La tribu de Leví estaba dedicada al sacerdocio; de ahí el término «sacerdocio levítico». (El título «Levítico» significa «el libro de los levitas».) Los sacerdotes estaban encargados del culto público y la adoración se relaciona evidentemente con la vida santa. El sacerdocio del Antiguo Testamento tiene la esperanza puesta en el Gran Sumo Sacerdote (Jesucristo) del Nuevo. Como el propósito del libro era instar al pueblo a vivir santamente y adorar en santidad en presencia del santo Dios, ciertas palabras como «santo», «santificar», «santuario», se emplean más de cien veces. La palabra «santificar» significa al pie de la letra «apartar» para el propósito de Dios. El sistema de sacrificios con sus ofrendas y oblaciones se menciona docenas de veces. Subraya la expiación, así como la limpieza espiritual; en realidad, expiación y santidad son las ideas clave para comprender este libro. El Levítico deja claro que el modo adecuado de allegarse a Dios es por medio del sacrificio (capítulos 1—7), y este énfasis apunta hacia la derramada sangre de Jesucristo en el Calvario. La santidad del pueblo de Dios se subraya en los capítulos 1—27.

Bosquejo FORMAS DE ALLEGARSE A DIOS (capítulos 1—10)
Mediante el sacrificio: ofrendas de alimentos y animales (capítulos 1—7) Mediante agentes: los sacerdotes (capítulos 8—10)
FORMAS DE VIDA SANTA DELANTE DE DIOS (capítulos 11—24) Respecto a alimentos (capítulo 11) Respecto a la maternidad (capítulo 12) Respecto a la lepra (capítulos 13—14) Respecto a la vida privada (capítulo 15) Respecto a la adoración y el día de expiación (capítulos 16— 17) Respecto a relaciones humanas de laicos y sacerdotes (capítulos 18—22) Respecto a los siete «días» (o períodos) santos: Pascua, panes sin levadura, primeros frutos, ofrenda encendida, trompetas, día de expiación, tabernáculos (véase «Fiestas y días sagrados») (capítulo 23) Respecto al aceite y los panes de la proposición (capítulo 24)
FORMAS DE EXPRESIÓN ÉTICA: LEYES Y VOTOS (capítulos 25-27) Años sabático (séptimo) y del jubileo, los pobres, promesas y advertencias (capítulos 25-26) Votos al Espíritu Santo (capítulo 27).




Números


Autor Moisés
Destinatarios El pueblo y sacerdotes de Israel.

Versículos clave Números 1.2-3: «Tomad el censo de toda la congregación de los hijos de Israel por sus familias, por las casas de sus padres, con la cuenta de los nombres, todos los varones por sus cabezas. De veinte años arriba, todos los que pueden salir a la guerra en Israel, los contaréis tú y Aarón por sus ejércitos». Números 14.19: «Perdona ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, y como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí».
Propósito y tema El propósito de este libro es histórico. Narra los 40 años de peregrinación por el desierto. Registra el censo de unas dos generaciones (el título «Números» —en griego arithmoi— se emplea porque numera las generaciones de los judíos durante la peregrinación por el desierto). El término «desierto» se emplea unas 45 veces en el libro. Dios disciplinó a su pueblo en los cuarenta años de peregrinación, porque ellos pecaron con su incredulidad y desobediencia. Pero se revelan en forma poderosa el cuidado y guía de Dios. Aunque Israel se rebeló, Dios jamás quebrantó su pacto; fielmente los guio a Canaán, la tierra prometida a los padres de Israel. Israel es infiel; Dios es fiel. Pero en todo esto no se empaña la santidad de Dios. Las normas para purificarse antes de presentarse ante Dios destacan vívidamente la santidad del Señor. Su castigo a los judíos idólatras (capítulo 25) pone aun más de relieve su justicia y santidad. El Dios santo es el Dios fiel y guiador del pacto.

Bosquejo EL CENSO EN EL SINAÍ: PREPARACIÓN PARA EL VIAJE (capítulos 1—9) Organización: recuento del pueblo, las tribus preparadas y ordenadas (capítulos 1—2) Instrucciones a los levitas, ritos, ofrendas (capítulos 3—8) Celebración del primer aniversario de la Pascua (capítulo 9)
VIAJE DESDE EL SINAÍ A CADES-BARNEA (capítulos 10— 12) Comienza el viaje (capítulo 10) Murmuraciones, y el castigo de Dios (capítulos 11—12)
ERRANTES POR EL DESIERTO (capítulos 13—20) Los espías informan negativamente sobre la «Tierra Prometida» (capítulo 13) Israel rehúsa entrar en la tierra; el castigo de Dios; cuarenta años de experiencia en el desierto (capítulo 14) Instrucciones para entrar en la «Tierra Prometida» (capítulo 15) Sucesos clave hasta la muerte de Aarón: rebelión de Coré, florecimiento de la vara de Aarón, instrucciones a los levitas, regreso a Cades-Barnea, pecado de Moisés, muerte de Aarón (capítulos 16—20)
VIAJE DE CADES-BARNEA AL JORDÁN (capítulos 21—36) Murmuraciones y pecados, pero al final, victoria; la serpiente de bronce. Balaam, inmoralidad (capítulos 21—25) Nuevo censo, Josué elegido sucesor de Moisés (capítulos 26—27) Ofrendas y votos (capítulos 28—30)
Victoria de Israel sobre los medianitas (capítulo 31) Organización tribal y ubicación geográfica, se recapitula la peregrinación, ciudades de refugio (capítulos 32—36).









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