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MAYORDOMIA CRISTIANA




En el ámbito de la iglesia, la administración se concentra en determinar lo que la iglesia debería estar haciendo, entender por qué debería hacerlo, y establecer los principios básicos para avanzar hacia el objetivo de equipar a la iglesia para cumplir su misión. Por lo tanto, lo que se necesita en las organizaciones cristianas son líderes bien capacitados y altamente calificados. Se necesitan personas mejor preparadas para administrar efectivamente las organizaciones que Dios ha levantado para llevar a cabo Su obra.

El fundamento básico sobre el cual descansa la administración eclesiástica es un claro entendimiento de la fe cristiana y de la misión de la iglesia. Tal entendimiento es esencial, porque el único objetivo de la administración eclesiástica es el cumplimiento del propósito de la iglesia. Los estudios bíblicos, históricos y teológicos señalan los objetivos de la administración eclesiástica y proveen la metodología aceptable para avanzar hacia el logro de los mismos.

La administración eclesiástica es ministerio, no métodos. Debe estar orientada hacia la persona, puesto que la misión de la iglesia es dar a conocer el amor de Dios a todas las personas. La administración eclesiástica debe procurar ser una disciplina del Espíritu Santo para hacer que el amor de Dios sea una realidad en la vida de las personas, individual y socialmente. Esto significa que la administración eclesiástica, correctamente entendida, posee una cualidad viva y dinámica. La administración eclesiástica es una ciencia, un arte y un don. Como ciencia, la administración eclesiástica involucra procedimientos y técnicas que se pueden aprender a través del estudio y la práctica. Como arte, la administración requiere sensibilidad relacional, intuición y sentido del tiempo. Este arte no puede simplemente aprenderse, sino que debe estar basado en la personalidad de los líderes y en su deseo de desarrollar personas y organizaciones. Como don, la administración se desarrolla espiritualmente, y en muchos pasajes bíblicos se menciona como requisito de los líderes que atienden las necesidades generales de sus subordinados, y que a su vez viven en subordinación al Maestro, Jesucristo.

El líder visionario, lleno de celo y pasión, por lo general puede lanzar una organización de personas y emprender la acción inicial. Pero se requiere un líder con capacidad administrativa y buen juicio para mantener el impulso creado por la visión. En el pasado muchos hombres y mujeres bien intencionados han ignorado esta sencilla realidad, y por ello, más de una organización valiosa que inició con una explosión de entusiasmo, luego se desintegró en un fracaso doloroso y humillante. Nuestro propósito en esta primera sección tiene dos partes: ayudar a los líderes a fortalecer sus dones administrativos, y ayudar a los líderes talentosos a ser más minuciosos y efectivos en el cumplimiento de sus responsabilidades oficiales y administrativas. Para lograr lo anterior, consideraremos tres aspectos de la administración:

El Don de Administración cubrirá los dones personales de administración identificados en 1 Corintios 12, Efesios 4 y Romanos 12. Estos son dones espirituales dados al líder cristiano. Con esta sección se pretende lograr varias cosas: primero, ayudar a aquellos que ya poseen dones o habilidades para administrar, sin estar conscientes de ello. Segundo, aclarar por qué diferentes personas asumen sus tareas de servicio de maneras distintas, para lo cual definiremos el modo administrativo. Tercero, hay muchas personas en la iglesia que están en lo que podemos llamar un nivel intermedio de administración – maestros, músicos, ujieres, pastores asociados, secretarios, tesoreros, entre otros – que poseen el don de administración. Esperamos que a través de este curso lograremos un mejor entendimiento de los dones administrativos que poseemos y de cómo podemos fortalecerlos y desarrollarlos para prepararnos para un servicio mayor, tanto dentro como fuera de la iglesia.

El siguiente aspecto analizará la administración como una función u oficio. En Efesios 4:11 y 1 Corintios 12:28-29 vemos que hay numerosas funciones, u oficios, en el Cuerpo de Cristo. Dios Padre es tan preciso, que se ha asegurado personalmente de que Su pueblo reciba todos los oficios o autoridades necesarios para cumplir con la tarea que le ha encomendado. Estos oficios se pueden encontrar dondequiera que hay cristianos sirviendo en instituciones dedicadas a la educación, las comunicaciones, y un sinfín de campos similares. En esta sección también consideraremos los diversos estilos de administración que emanan naturalmente de distintos tipos de personalidad. Sin embargo, realmente no importa cuál sea tu propio don personal, porque la administración como oficio o función también puede ser una habilidad que se desarrolla.
En el tercer punto, el aspecto de don personal y el aspecto de oficio o función de la administración se unen. Es aquí donde unimos el don y el oficio para lograr administradores más efectivos para la gloria de Dios y para nuestra satisfacción personal.
Por consiguiente, consideraremos al Administrador (el líder, la persona); la Gente (adultos y jóvenes); y el Plan (la tarea y cómo llevarla a cabo).

En la Introducción a la Administración Eclesiástica consideraremos primero el Ministerio Basado en los Dones, con un estudio de cuáles son los dones y cómo se pueden utilizar. En la siguiente lección estudiaremos el Ministerio de la Administración, en qué consiste, el líder - administrador, las funciones administrativas y la administración de las instalaciones.

LA IGLESIA TIENE TRES ÁREAS PRIMORDIALES DE ENFOQUE.
A. Exaltación – Adoración – Hacia Arriba
B. Edificación – Discipulado – Hacia Adentro
C. Evangelismo – Proclamación – Hacia Afuera
Estamos enfocando nuestros pensamientos en la edificación, o el discipulado de los creyentes, para propósitos de evangelismo. Cumplir el mandato de “haced discípulos a todas las naciones”.

CADA CREYENTE PUEDE DESCUBRIR Y COMPRENDER CUÁL ES SU LUGAR (DON) ESPECÍFICO EN LA OBRA DEL MINISTERIO.
1. Cada creyente ha recibido dones. Efesios 4:7 “Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia” (Reina Valera 1960). (También, “…diferentes dones”; “…capacidades”; “…a la medida del don de Cristo”; “…que quiso darnos”; “…en la medida en que Cristo ha repartido”).
2. Cada creyente es adecuado para cumplir una tarea específica.
Romanos 12:6 “Tenemos dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado.” (Nueva Versión Internacional). (También, “Dios nos ha dado a todos diferentes capacidades, según lo que él quiso darle a cada uno. Por eso, si Dios nos autoriza para hablar en su nombre, hagámoslo como corresponde a un seguidor de Cristo”).
3. Es de suma importancia que los creyentes comprendan (reconozcan, descubran) aquello para lo cual Dios los ha capacitado. La falta de reconocimiento, entendimiento e implementación de los dones espirituales constituye el ingrediente que hace falta para equipar, preparar y motivar a los laicos para hacer la obra del ministerio.

LOS DONES ESPIRITUALES EN RELACIÓN CON LOS CREYENTES.
1.Dios da a cada creyente al menos un don espiritual, y ningún creyente posee todos los dones.
Romanos 12:3 “…conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”
1 Corintios 7:7 “…pero cada uno tiene su propio don de Dios.”
1 Corintios 12:11 “…repartiendo a cada uno en particular como él quiere.”
2.Dones espirituales – un canal que Dios usa para ministrar al cuerpo.
1 Corintios 12:25 “…para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros.”
Un don espiritual es una capacidad sobrenatural.
a. Una capacidad para servir – “una habilidad dada por Dios”.
b. Una capacidad para llevar a cabo una tarea. Uno de nuestros problemas es que creemos que la iglesia es sobrenatural en su origen, pero humana en su operación.
4. Un don espiritual es un deseo sobrenatural.
Una carga por hacer – un deseo de ver a los perdidos ser salvos, a los niños alcanzados, las finanzas incrementadas, la propiedad en óptimas condiciones, la administración funcionando.
5. Un deseo canalizado conduce al éxito.
Las personas son motivadas por el tener que o el querer.
Los dones espirituales son el querer.
6. Un don espiritual es un llamado divino. Efesios 4:1 “…que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados.”
Dios te ha llamado a hacer aquello para lo cual te ha dado dones. Dios te ha dado dones para hacer aquello para lo que Él te ha llamado.

DONES DE CAPACITACIÓN:
A. FE. 1 Corintios 12:9.
B. SABIDURÍA. “Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu” (1 Corintios 12:8).
C. DISCERNIMIENTO. 1 Corintios 12:10.
D. CIENCIA. 1 Corintios 12:8.

DONES MINISTERIALES:
A. EVANGELISMO. Efesios 4:11.
B. ENSEÑANZA. “O si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza” (Romanos 12:7)
1 Corintios 12:28.
C. EXHORTACIÓN. “El que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría” (Romanos 12:8).
D. PASTOR-MAESTRO. Efesios 4:11.
E. HACER MISERICORDIA. Romanos 12:8.
F. SERVICIO. Romanos 12:7 y 1 Corintios 12:28.
H. ADMINISTRACIÓN. Romanos 12:8 y 1 Corintios 12:28.

EL EVANGELISTA. El evangelista tiene el deseo y la capacidad dada por el Espíritu de servir a Dios llevando personas que se encuentran más allá de su esfera de influencia natural, al conocimiento salvador de Jesucristo. El evangelista es una persona determinada a ganar almas que busca los perdidos.
EL PROFETA. El profeta tiene el deseo y la capacidad dada por el Espíritu de servir a Dios mediante la proclamación de la verdad de Dios. El profeta es el predicador ferviente que denuncia el pecado.
EL MAESTRO. El maestro tiene el deseo y la capacidad dada por el Espíritu de servir a Dios explicando la verdad de la Palabra de Dios con sencillez y precisión. El maestro es un estudioso de la Palabra de Dios que comunica con claridad las doctrinas y enseñanzas de la Biblia.
EL EXHORTADOR. El exhortador tiene el deseo y la capacidad dada por el Espíritu de servir a Dios motivando a otros a la acción, instándoles a adoptar un determinado curso de conducta. El exhortador es un maestro práctico, que enseña la aplicación de la Palabra de Dios.
EL PASTOR-MAESTRO. El pastor-maestro tiene el deseo y la capacidad dada por el Espíritu de servir a Dios supervisando, capacitando y atendiendo las necesidades de un grupo de cristianos. Es el pastor que guía y alimenta; el entrenador del Equipo.
EL QUE HACE MISERICORDIA. Quien posee el don de hacer misericordia tiene el deseo y la capacidad dada por el Espíritu de servir a Dios identificándose con y confortando a las personas que sufren. Esta es la persona que comprende y conforta a sus hermanos en Cristo.
EL QUE SIRVE. La persona que posee el don de servicio tiene el deseo y la capacidad dada por el Espíritu de servir a Dios brindando ayuda práctica en asuntos físicos y espirituales. Es la clase de persona que atiende las necesidades prácticas de sus hermanos en Cristo y de la iglesia.
EL QUE DA. La persona que posee el don de dar tiene el deseo y la capacidad dada por el Espíritu de servir a Dios aportando sus recursos materiales, mucho más allá del diezmo, para el avance de la obra de Dios. Esta es la persona que atiende la necesidad financiera de sus hermanos en Cristo y de la iglesia.
EL ADMINISTRADOR. El administrador tiene el deseo y la capacidad dada por el Espíritu de servir a Dios organizando, administrando, promoviendo y liderando los diversos asuntos de la iglesia. El administrador es la persona que dirige la iglesia y sus ministerios.

La organización es la dimensión estructurada de una institución. La organización es para una institución lo que el esqueleto es para el cuerpo humano. Es el diseño, muestra cómo las partes se ajustan y se relacionan entre sí.
La administración es el músculo del cuerpo organizacional. Es el aspecto operativo, de manejo y ejecución. La administración comprende todos los procesos por los cuales se implementan las políticas de la organización. En breve, la administración es la dimensión de acción de una organización. Es el medio por el cual se logra que la organización funcione. La administración siempre debe ser altamente personalizada.
A. Definición de términos.
1. Organizar. La función administrativa de organizar es el proceso de distribuir, dividir o agrupar el trabajo en tareas individuales, y establecer las relaciones entre los individuos que llevan a cabo dichas tareas.
2. Responsabilidad y Rendición de Cuentas. Aunque estos términos a menudo se utilizan como sinónimos, hay una clara distinción entre ellos. El término responsabilidad se refiere a la función o el desempeño que se espera de un miembro de la organización. Por lo general se utiliza para describir un conjunto de funciones por las cuales una persona debe responder. La rendición de cuentas implica que hay personas en autoridad ante las cuales un miembro de la organización debe responder por el trabajo que se le ha asignado.

EL LÍDER-ADMINISTRADOR
Las iglesias que están creciendo por lo general se caracterizan por tres cualidades importantes:
(1) Un claro sentido de misión.
(2) Una alta moral dentro de la organización.
(3) Un líder-administrador alrededor del cual se agrupan suficientes personas para lograr el éxito en los diversos ministerios.

Jesús habló ampliamente sobre el liderazgo. Contrastó a los líderes religiosos de Su tiempo con Su propio ejemplo de servicio, cuando dijo: “Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:26-28). Para que un hombre pueda llevar el manto de liderazgo con humildad, su carácter debe igualar a sus logros.

Si el siervo-líder ha de seguir el ejemplo de Jesús y entregarse a sí mismo en servicio a los demás, debe verse a sí mismo simplemente como uno entre aquellos por quienes Jesús murió. Los líderes no son distintos de las demás personas en la iglesia, sino que son iguales a ellos en todo, y deben estar profundamente involucrados en la vida y las experiencias de los individuos.

Supervisión como Mayordomía.
Pablo creía que los líderes tienen la responsabilidad de ayudar a los miembros de la iglesia a capacitarse para llevar a cabo su propia tarea en el ministerio.
Dios da dones a los hombres y da hombres con dones a la iglesia.
El concepto bíblico de mayordomía consiste en que una persona es responsable por su liderazgo ante una autoridad superior. Los pastores terrenales deben alimentar la grey de Dios responsablemente…hasta que regrese el Príncipe de los pastores. Hasta que Jesús regrese, las responsabilidades del liderazgo han de recaer sobre hombres escogidos. Si ellos son fieles en su mayordomía, asumirán dichas responsabilidades con humildad.
Las iglesias efectivas se construyen con obreros activos y responsables que se involucran, no simplemente con personas que asisten y participan en programas dirigidos por los líderes de la iglesia. El siervo-administrador desempeña su rol de supervisión bajo la autoridad que le ha sido dada por Cristo. Ese rol es ratificado por los obreros de la congregación, quienes encuentran en él un liderazgo santificado para equiparlos para su cumplir su propia tarea en el ministerio.

El líder de Dios ha aprendido que asignar directamente una tarea a una persona, y esperar que ésta trabaje con disposición, es sólo una parte de su rol administrativo. El líder también debe motivar y elogiar cuando alguien lo merece – y a veces cuando no lo merece también.
Un líder-administrador sabio se esforzará por ayudar a sus obreros en tres áreas. Él los mantendrá:
1. Informados. Los obreros necesitan estar informados. La buena comunicación concerniente a lo que se está haciendo, incluso en áreas que no están necesariamente relacionadas con sus tareas específicas, mantendrá a todos involucrados en el esfuerzo total. La información se puede comunicar de manera formal o informal, por medio de anuncios en las reuniones de equipo o por medio de un boletín.
2. Inspirados. Los obreros bien informados tienen mayor posibilidad de ser también obreros inspirados. La motivación es el único elemento sin el cual los ministerios no pueden funcionar a su máxima capacidad.
3. Involucrados. Quizás no sea cierto que todas las personas involucradas en la iglesia son personas felices, pero sí es cierto que todas las personas felices en la iglesia han descubierto la importancia de su propia participación en la vida de la iglesia. Los obreros felizmente involucrados en la iglesia por lo general tienen un alto nivel de entusiasmo.
La administración se ha definido como “la guía, el liderazgo y el control de los esfuerzos de un grupo de individuos hacia un objetivo común”. Una manera de analizar la administración es considerarla en términos de lo que hace un administrador. Nuestro autor sugiere los siguientes cinco procesos:
1. Planificar – determinar lo que se va a hacer.
2. Organizar – agrupar las actividades en unidades administrativas.
3. Reunir recursos – obtener todo lo necesario para llevar a cabo los planes en términos de personas, dinero y materiales.
4. Supervisar o dirigir – dar instrucciones.
5. Controlar – vigilar que los resultados se ajusten a los planes.

Delegar.
A la distribución del trabajo entre los líderes y los obreros se le llama delegar. Moisés delegó autoridad cuando dividió el trabajo de juzgar a los hijos de Israel. Cada persona que ocupaba un puesto de liderazgo tenía autoridad sobre el grupo de personas que estaban a su cargo. Únicamente los problemas más difíciles debían ser llevados directamente ante Moisés. El principio que se estableció en ese entonces sigue siendo relevante hoy en día.
Sin embargo, la mayoría de los administradores aprende por experiencia que las responsabilidades no pueden ser totalmente delegadas. El administrador debe recordar que, en última instancia, él es el principal responsable, y necesita mantenerse lo suficientemente cerca del programa para saber lo que está sucediendo.
Coordinar.
La coordinación tiene que ver con la “sincronización y unificación de las acciones de un grupo de personas”. Aunque la coordinación puede ser considerada como una actividad particular, forma parte de todas las fases de la administración. La coordinación se logra cuando las organizaciones trabajan juntas de manera armoniosa para alcanzar los objetivos establecidos por la iglesia.

EL DON DE ADMINISTRACIÓN
Cuando consideramos el don personal de administración, también debemos prestar atención al oficio de la administración. En la esfera del liderazgo hay una importante distinción entre ambos. En ninguna parte es más evidente esta distinción que en las Sagradas Escrituras. Probablemente el primer pasaje que nos viene a la mente a este respecto es aquél en el que los apóstoles en Jerusalén necesitaban asistentes especiales para cuidar mejor de la iglesia. Estos asistentes fueron seleccionados para convertirse en obreros al servicio de la iglesia de Cristo; aquel día su rol se convirtió en un oficio, el cual ha perdurado en la iglesia por casi dos mil años – el oficio de diácono.
Es importante señalar quiénes fueron seleccionados para llenar esos puestos. No se escogió a cualquier santo que estuviera disponible, que tuviera un corazón dispuesto para servir a Dios y algún tiempo libre. Ciertamente un corazón dispuesto y tiempo disponible habrían sido de gran ayuda; sin embargo, lo que los apóstoles querían, y en lo que el pueblo estuvo de acuerdo, eran hombres dotados que (1) estuvieran capacitados espiritualmente y (2) tuvieran la sabiduría y el juicio para manejar la tarea que se les estaba encomendando. Esto se observa claramente en Hechos 6:2-6.
“Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos”.

Fue una combinación ideal tener hombres dotados que asumieran el oficio.
También es importante notar que la tarea no era nueva y las personas seleccionadas tampoco eran nuevas. Los apóstoles habían estado haciendo el trabajo y su autoridad venía del Señor, quien los había llamado y les había otorgado dones por medio del Espíritu Santo bajo la supervisión de Su Padre Celestial.

Este nuevo acuerdo tuvo mucho éxito, según fue registrado en Hechos 6:7. “Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe”.

La acción de apartar a Saulo y a Bernabé para una obra específica, según la indicación del Espíritu Santo, es otro ejemplo clásico de obreros que asumen un oficio. En Hechos 13:2-3 dice: “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron”.

Sin embargo, este no fue el inicio de su trabajo. Saulo y Bernabé ya habían trabajado juntos en Antioquía durante todo un año: “Después fue Bernabé a Tarso para buscar a Saulo; y hallándole, le trajo a Antioquía. Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía” (Hechos 11:25-26).

Después estuvieron a cargo de la misión de ayuda en Judea y finalmente regresaron a Antioquía desde Jerusalén: “Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea” (Hechos 11:29).
No fue sino hasta que este ministerio probado tuvo lugar, que Pablo y Bernabé fueron apartados oficialmente en Antioquía para iniciar el primero de los que hoy conocemos como los tres viajes misioneros del apóstol Pablo. Nuevamente hombres dotados asumieron un oficio.

Esta distinción entre don y oficio se observa aún con mayor frecuencia en el Antiguo Testamento. Cuando Dios llamó a Moisés para dirigir a la nación de Israel en su salida de Egipto, también escogió a un asistente capaz, Aarón. Observe el uso dramático del don y el oficio cuando Dios establece una relación de autoridad entre estos dos hermanos: “Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer. Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios” (Éxodo 4:15-16).

En Números 11:17 leemos la promesa que Dios le dio a Moisés cuando éste necesitó ayuda para dirigir al pueblo de Israel en el desierto y Dios le dio la orden de seleccionar setenta ancianos para ayudarle: “Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo”.

A esto se puede agregar la designación de administradores en el Antiguo Testamento, tales como Josué, Gedeón, David y Samuel; y la tradición del liderazgo tanto personal como de oficio se torna aún más clara. Así, ante este trasfondo, todo el tema de los dones espirituales asume un significado aún más rico.

En Romanos 12:4-6 la manera en que los dones se relacionan con los oficios se muestra con especial claridad: “Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función. Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe”.

Estos dones de gracia son especiales para quienes los reciben y son dones especiales dados por Dios. Nuestro entendimiento de Romanos 12:4-6 es que cada persona posee al menos un don y que los dones de Dios operan en relación con la personalidad de cada cristiano – la cual también le ha sido dada por Dios. En este pasaje se mencionan siete dones personales – profecía, servicio, enseñanza, exhortación, dar, presidir y misericordia. Nuestro enfoque en este estudio se concentra en el don de “el que preside”. Este es el don personal que indica una habilidad administrativa y se conoce como “don de administración”.
Como creyentes cristianos tenemos a nuestra disposición, por medio de Cristo y del Espíritu Santo que habita en nosotros, los atributos personales de Dios Padre. Estas características se mencionan en Gálatas 5:22-23 y son llamadas “el fruto del Espíritu”.
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”. Esto no es algo que Dios nos da por completo de una sola vez y en forma terminada. Por el contrario, cuando nos unimos a Cristo, Él nos da la semilla de cada parte de este conjunto para que la cultivemos y pueda crecer. Estudiaremos esto más adelante, cuando hablemos sobre el desarrollo del don de administración a la luz del fruto del Espíritu, para una administración más efectiva.

El Don de Administración
¿Qué es el don de administración? ¿Debemos poseer este don para poder funcionar como administradores?
Romanos 12:8 dice: “el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría”.
Esto no se refiere a un puesto u oficio administrativo, sino a un don administrativo o motivación administrativa. En otras palabras, quien posee este don tiene un enfoque administrativo de las situaciones. Algunos administradores, debido a su propia personalidad, no funcionan bien cuando hay desorden. Están hechos para saber cómo van las cosas, a quién deben reportar, de quiénes son responsables y hacia donde se dirigen. Deben tener un continuo sentido de dirección – esto es lo que significa operar en “modo administrativo” en un sentido personal. Sin embargo, esto no significa que todo el mundo debería aspirar al mismo grado de orden, sensibilidad y planificación a largo plazo. Aprendemos unos de otros y nos complementamos unos a otros en el Cuerpo de Cristo. Por ejemplo, además de los “modelos administrativos”, tenemos lo que se conoce como los “modelos proféticos”, que piensan, predican y sirven de manera diferente. No obstante, los profetas ciertamente necesitan de los administradores, pues son los administradores los que ayudan a los profetas a mantenerse enfocados, ordenados y apegados al calendario, de modo que su creatividad no se torne en confusión.
Tal vez te preguntes si eres o no del “tipo administrativo”. Es importante reconocer nuestras fortalezas – y debilidades – y comenzar a trabajar para desarrollar esas áreas positivas, eliminando las negativas, con el fin de mejorar nuestra administración. Los administradores no nacen, se hacen. Sin embargo, debemos admitir que algunos tipos de personalidad son más adecuados que otros para las tareas administrativas. Por ejemplo, los rasgos de carácter y de personalidad de los administradores talentosos indican que éstos tienden a permanecer firmes y determinados, a pesar de la oposición, una vez que han comprobado que un objetivo particular está dentro de la voluntad de Dios. Esto puede ser más fácil para algunos tipos de personalidad que para otros. Aunque todos reconocemos que, si cierta decisión es la voluntad de Dios, estamos comprometidos para llevarla a cabo, algunas personas prefieren retroceder, retrasar o postergar la decisión para evitar que la opinión adversa critique su metodología. Se ha dicho que “es solitario en el frente”, donde los líderes deben guiar.

El Cuerpo de Cristo
Continuamente nos sentimos asombrados ante la complejidad de nuestro cuerpo. Cada órgano es milagroso en sí mismo. Hemos sido diseñados por Dios, el Arquitecto y Constructor por excelencia. Quizás el hecho más fascinante en relación con el cuerpo humano es la interrelación y la acción cooperativa entre todos los órganos que lo conforman. Porque cuando nuestro cuerpo físico está operando correctamente, no hay conflicto ni competencia entre los órganos. Todos operan armoniosamente como una sola unidad.
El plan de Dios para Su Cuerpo, el cuerpo de creyentes es el mismo que Él diseñó para nuestro cuerpo físico – la misma clase de balance, la misma unidad armoniosa de pensamiento y acción, la misma coordinación mano-ojo. Dios planificó que no hubiese rupturas en Su Cuerpo, así como planificó que no hubiese fallas en nuestro cuerpo físico.
Dios diseñó Su Cuerpo con la misma precisión con que diseñó el nuestro. De modo que, a la vez que Dios equipa a cada creyente con un don personal, también le provee a cada individuo un lugar donde puede funcionar dentro del Cuerpo con ese don.
Estos “lugares” se llaman oficios o funciones. Con el fin de aclarar de qué manera cada uno de nosotros calza dentro de la estructura del Cuerpo de Cristo, vamos a considerar varios de estos oficios. Vamos a estudiarlos desde la perspectiva de una persona que posee el don personal de administración, para ver cómo dicha persona puede abordar esta variedad de oficios. Vamos a tomarlos como “modelos” y, aunque nosotros u otras personas que conocemos no poseemos todos estos dones, vamos a considerarlos como algo a lo cual aspirar.

Pastor
¿Cómo funcionaría una persona con el don de administración como pastor? ¿Qué clase de organización establecería para la iglesia? ¿Dónde estaría su énfasis principal?
Tal pastor probablemente se enfocaría en establecer una organización bien estructurada y capaz de funcionar armoniosamente, cuidando que cada fase y cada departamento sean implementados y funcionen con decencia y orden.
Su enfoque administrativo se haría evidente en todo lo que hace, desde presidir las reuniones oficiales de su junta directiva hasta la forma precisa y ordenada en la que planifica y conduce el servicio de adoración. Si este pastor altamente organizado que posee el don personal de administración no cuenta con las finanzas o el personal necesarios para asegurar que la propiedad de la iglesia esté bien cuidada, y que los edificios y equipos estén en buenas condiciones, y no cuenta con ayuda para cumplir con algunas de las responsabilidades que implica el manejo de una organización de forma tan ordenada, entonces dicho pastor tiene varias opciones:
 (1) Puede experimentar mucha frustración si las cosas no se hacen de manera apropiada y optar por hacerlas él mismo, invirtiendo grandes cantidades de tiempo y energía.
(2) Puede encontrar la manera de delegar algunas de las tareas, logrando así cumplir con todo lo que se necesita hacer.
(3) Puede ser incapaz de manejar el problema por un período de tiempo muy prolongado y eventualmente renunciar a su cargo.

Misionero
En nuestra iglesia moderna, la persona que más se acerca a la descripción bíblica de un apóstol – uno “enviado por el Espíritu Santo” – es el misionero. “Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre” (Hechos 13:4).
Consideremos a esta persona que sirve en el oficio de uno que es enviado, al misionero cuyo don personal es el de administración.
¿Qué clase de organización establecería y administraría esta persona? ¿Dónde enfocaría su atención principalmente? ¿Qué tan bueno sería como apóstol?
¿Qué clase de organización…? En realidad, esta persona primero determinaría la amplitud y el alcance del trabajo a realizar y luego diseñaría un plan eficiente para abarcarlo todo de la manera más efectiva.
Por ejemplo, si la organización misionera se ha propuesto llevar a cabo los proyectos de establecer y dirigir una escuela de capacitación bíblica, alcanzar nuevas áreas con el mensaje del evangelio, y traducir el Nuevo Testamento al lenguaje nativo, entonces este misionero probablemente definirá un calendario, designará obreros, maestros y demás personal necesario para cumplir con todos estos proyectos en el menor tiempo posible.
Con el tiempo la escuela se habrá construido, se habrá ministrado en las nuevas áreas, se habrá aprendido el lenguaje y el Nuevo Testamento habrá sido traducido y publicado. Y, según dice el número 40 de nuestros rasgos de carácter: “Recibe gran satisfacción al ver que todas las piezas de un proyecto encajan y al ver a otros disfrutando el producto terminado”.

Cómo Manejar los Conflictos
El conocimiento general en cuanto al manejo de conflictos nos dice:
1. Espérelos. Algunos líderes piensan que lidiar con las diferencias entre las personas no es parte de su trabajo. Sin embargo, tratar con el conflicto y la tensión entre las personas es una de las fases más importantes del ministerio.
2. Aprécielos. Las diferencias son normales y constituyen un indicador de una iglesia saludable. El conflicto da lugar a la aclaración de propósitos, al intercambio de ideas y a la exposición a una variedad de alternativas para la resolución de conflictos.
3. Entiéndalos. El conflicto puede surgir a raíz de hechos, objetivos, métodos y valores. El área de conflicto debe ser definida antes de que se pueda lograr un entendimiento. Por lo tanto, se debe identificar la causa y el tipo de conflicto. Hay que entender que los conflictos pasan por un proceso de desarrollo que se inicia con la anticipación, pasado luego al conflicto abierto.
4. Anticípelos. Anticipe las diferencias y planifique formas de reconciliar a la gente. Contar con un manual de políticas y procedimientos por escrito puede ser una manera de anticipar diferencias. También es útil establecer con claridad las asignaciones de los distintos comités y definir la responsabilidad y la autoridad de cada comité.
5. Admítalos. No ignore el conflicto ni actúe como si no existiera. Tratar de reprimirlo sólo conduce a una manifestación del conflicto en lugares y formas inesperados.
Una buena regla para seguir es: Mientras más se reprima el conflicto mayor será la exigencia para el líder, quien finalmente deberá enfrentarlo. Trate de resolver el conflicto lo más pronto posible, empezando por admitir su existencia e implementando inmediatamente las medidas necesarias para lograr una solución.
6. Enfréntelos. Siga el modelo bíblico que se encuentra en Mateo 5:23-24 – “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”. Si alguien tiene algo contra usted, vaya y reconcíliese con esa persona. Tome la iniciativa y ofrezca sus disculpas si ha cometido un error. Anime a las personas a expresar sus diferencias, a orar, a actuar de forma redentora y a entregar el conflicto a Dios.

La Iglesia es la Comunidad Escogida de Dios. El concepto de la Iglesia como la comunidad escogida de Dios involucra tres ideas básicas: (1) La Iglesia es de Dios. (2) Fue escogida con el propósito de dar a conocer el amor de Dios. (3) Desde sus inicios, la Iglesia ha sido una comunidad de personas, el pueblo de Dios. La Iglesia no es el resultado de la decisión o la planificación del ser humano; no es simplemente otra institución humana; es de Dios. La Iglesia existe porque Dios dispuso que existiera. La Iglesia tiene su origen en el Antiguo Testamento, cuando Dios llamó a Israel como Su pueblo escogido. Israel no fue llamado a un lugar especial de privilegio, como sus profetas constantemente le recordaban; más bien, Israel fue llamado a una responsabilidad especial.

La Iglesia es el Cuerpo de Cristo. El Nuevo Testamento utiliza muchas imágenes para describir a la Iglesia, de las cuales la más importante es la de “el Cuerpo de Cristo”.
La Iglesia es el cuerpo de Cristo. Cristo es la cabeza de la Iglesia. La naturaleza de la Iglesia Cristiana ha sido determinada por Cristo, que es la cabeza, y por Su evangelio, el cual la Iglesia ha sido llamada a proclamar.

La unidad de la Iglesia como Cuerpo. Pablo hace alusión al cuerpo, con sus muchas partes y sus diversas funciones, no para llamar la atención sobre la diversidad que existe dentro del cuerpo, sino para enfatizar la unidad del mismo. Pablo insiste en que la Iglesia es una entidad compuesta por los creyentes, unidos al aceptar a Cristo como Cabeza, pero diversificados en las distintas formas en las que le sirven. Los diversos dones son comparados con las distintas partes interdependientes que conforman el cuerpo.

La Iglesia es un organismo vivo y no una organización estática. Crece y se desarrolla por medio de la trasformación interna. Cuando uno se siente tentado a perder la esperanza en cuanto a la Iglesia, es bueno recordar que, al ser el Cuerpo de Cristo, la Iglesia es un organismo vivo que ha recibido el poder para renovarse desde su interior.

La Iglesia es una Comunidad de Amor Redentor. A menos que esta verdad sea reconocida, la Iglesia no existe en un sentido real. El cristianismo no es primordialmente una idea, un credo, una forma de adoración o una institución eclesiástica. El cristianismo se interesa fundamentalmente en el tema de las relaciones – la relación de Dios con el ser humano, la relación del ser humano con Dios, y las relaciones entre los seres humanos. Estos son asuntos personales que implican dar, comunicar y responder al amor. La preocupación principal de la Iglesia son las personas. El cristianismo es el amor de Dios que se entrega a sí mismo – como lo vemos en Cristo – expresándose a través de la vida de la Iglesia.

La misión de la Iglesia es proveer la oportunidad y la atmósfera para que el amor de Dios sea experimentado por las personas dentro de la comunidad y para que a través de ellas sea comunicado a todo el mundo. La comunión de los creyentes fortalece la fe de quienes participan de ella. Es una comunión redentora en una comunidad de amor redentor.

La administración eclesiástica es el intento de avanzar de modo coherente y comprehensivo hacia la realización de los propósitos y objetivos de la Iglesia. Con el fin de lograr este objetivo se requiere que la primera y más fundamental preocupación del administrador sea tener un claro entendimiento de la naturaleza y el propósito de la Iglesia. 

Como un concepto básico para la comprensión de la naturaleza de la Iglesia, hemos considerado a la Iglesia como la comunidad escogida de Dios, como el Cuerpo de Cristo, y como una comunidad de amor redentor. A través de estos conceptos podemos avanzar hacia la realización de la naturaleza de la Iglesia y hacia el cumplimiento de su misión.

La administración eclesiástica no sólo está centrada en Dios, sino que también está orientada hacia las personas, por lo que la integridad personal del administrador está íntimamente relacionada con el cumplimiento de cada principio administrativo.

La naturaleza y la calidad de su relación con sus feligreses es un aspecto de suma importancia en su esfuerzo por comunicar la fe cristiana. En este punto es necesario hacer dos observaciones básicas en cuanto a la comunicación efectiva entre el ministro y los feligreses.

Primero, mientras más profundo sea su conocimiento de las personas y mientras más cercana sea su relación pastoral con ellas, más efectivo será al hablar con ellas de modo significativo.

Segundo, mientras más personifica el ministro el mensaje de la fe cristiana en sus relaciones, más receptivas estarán las personas a dicho mensaje y a su liderazgo.

Es imperativo que el ministro-administrador tenga una experiencia vital de adoración personal. No sólo debe conocer acerca de Dios, sino que también debe conocer a Dios y tener una relación viva con Él.

Si el administrador ha de guiar a la iglesia a un entendimiento creciente de la fe cristiana, requiere de una disciplina de estudio continuo.
Sólo un ministro que ha aprendido a ser disciplinado en sus propios hábitos de estudio estará preparado y será capaz de involucrar a toda la iglesia en un estudio serio y continuo de la naturaleza de la fe cristiana.

Si una iglesia ha de afianzarse por medio de la construcción de un fundamento espiritual a través de la adoración y el estudio, este proceso debe empezar con el ministro.
La adoración cristiana debe permanecer como un aspecto central en la vida de la iglesia, porque es una actividad singular y distintiva de la iglesia. Ninguna otra institución en la sociedad se reúne con el propósito primordial de adorar a Dios, revelado en Cristo Jesús.
La adoración implica un reconocimiento consciente de una relación vital entre Dios y el individuo. El cristiano no adora para obtener un beneficio para sí mismo, sino para recordarse a sí mismo y testificar a la comunidad que Dios es el Autor de la vida y nosotros somos sus criaturas.

La adoración debe ser una experiencia significativa para toda la iglesia. La adoración nunca debe convertirse en un simple formalismo o en una práctica realizada por costumbre, o peor aún, en una oportunidad para que el ministro “se luzca” atrayendo la atención sobre sí mismo mientras preside el servicio de adoración. El servicio de adoración fácilmente puede volverse rutinario, tanto para el ministro como para la gente.

El ministro debe hacer todo lo que esté a su alcance para propiciar que cada persona tenga una experiencia de adoración significativa. Sin embargo, debe recordar que en la adoración pública son las personas las que adoran. El ministro no puede adorar por ellos. Su función es proveer la forma y seleccionar los materiales para que ellos puedan adorar.

El ministro no puede adorar por su congregación, sin embargo, una planificación cuidadosa del servicio de adoración y la selección de materiales puede hacer mucho para crear condiciones que conduzcan a la adoración.

Hay que seleccionar cuidadosamente las lecturas bíblicas. Muchas de las personas que asisten a la iglesia no leen la Biblia durante la semana y sólo escuchan las Escrituras durante el servicio de adoración.

La preparación cuidadosa de la oración pastoral es tan fundamental como la preparación cuidadosa del sermón. Las oraciones deben ser meditadas cuidadosamente para que sean significativas e inspiradoras.

La música en la iglesia tiene gran importancia. La música debe reflejar el espíritu y las creencias de la iglesia. En ocasiones, la calidad del canto del coro o de la congregación puede ser deficiente o la música seleccionada puede ser inapropiada para la adoración. La congregación puede sentir que no pueden adorar porque no conocen los cantos seleccionados.

Puede ser que la dirección de la música sea inadecuada. Basta con esto para sugerir que el ministro, como líder de adoración, debe estar preparado para dar la debida atención al lugar de la música en la adoración, y a la importancia de la selección de materiales y la dirección de la música en la iglesia. Los cantos seleccionados, la música especial y la dirección musical pueden estimular o estorbar la adoración de la congregación.

Los sacramentos deben ser debidamente administrados. En la adoración, la Palabra de Dios llega al hombre a través de los sacramentos con tanta claridad como a través de la predicación de la Palabra. El ministro está en la obligación de administrar los sacramentos de tal manera que las personas puedan adorar por medio de ellos, de la misma manera que lo hacen a través de los canales usuales de adoración. Es importante que las personas conozcan cuál es la creencia de la iglesia con respecto al bautismo y la Cena del Señor. Las personas nuevas y aquellas que quieren ser miembros deben ser instruidas en el significado de los sacramentos.

La dirección del servicio de adoración es tan importante como la planificación del mismo. El líder debe llegar al servicio de adoración preparado en espíritu y habiendo preparado los materiales que utilizará en el servicio.

Todos los detalles técnicos deben ser revisados minuciosamente con anterioridad (las luces, el sistema de sonido, la disponibilidad de himnarios y Biblias, los platos de la ofrenda, entre otros). Aunque estas responsabilidades pueden ser delegadas, el ministro debe cerciorarse de que todos los arreglos estén listos antes del servicio.

La manera en la que el ministro dirige el servicio puede contribuir en gran medida a que la congregación tome conciencia de la presencia de Dios. El espíritu de adoración se comunica mejor a través de la persona y el estilo del líder de adoración.
Dado que el ministro no puede adorar por las personas, es imperativo que la congregación crezca en su propio entendimiento de la adoración y en su participación en ella. Una de las preocupaciones del administrador de la iglesia como líder de adoración es cómo mantener en toda la congregación una conciencia profunda y creciente de la necesidad de adorar.

El administrador tiene una responsabilidad como maestro. Esta responsabilidad se cumple principalmente a través del púlpito. La oportunidad de enseñar desde el púlpito provee iluminación acerca de las verdades bíblicas y permite alcanzar a un mayor número de personas. Otra oportunidad de enseñanza para el administrador es a través de la capacitación para aquellos que desean ser líderes cristianos. Pocos maestros tienen alumnos más receptivos para el aprendizaje que los alumnos de la clase para líderes cristianos. Si esta oportunidad se aprovecha sabiamente, puede transformar a la congregación entera a lo largo de unos pocos años. El entusiasmo, el compromiso y el liderazgo de nuevos miembros, conscientes y dedicados, puede traer nueva vida a la congregación.

La educación cristiana es necesaria para toda la iglesia. El objetivo de la educación cristiana es buscar un compromiso personal con Cristo como Señor, y entonces crecer en el entendimiento de las implicaciones de este compromiso, al tiempo que las circunstancias de la vida influyen en las personas y la sociedad, demandando decisión y acción. Es este objetivo de compromiso y crecimiento en Cristo lo que hace de la educación cristiana una actividad única entre todos los esfuerzos educativos. El administrador de la iglesia debe mantener muy claro este objetivo delante de todas las personas que trabajan en la vida educativa de la iglesia. Las actividades de cualquier iglesia en el área de la educación cristiana deberían ser descritas con exactitud como “la iglesia estudiando”.

El ministro debe procurar oportunidades de capacitación adecuadas para los maestros. La manera más segura de mejorar la educación en la iglesia es asegurando la adecuada capacitación de los maestros, a través de un programa continuo de capacitación. La mejor manera en que el ministro puede contribuir a este esfuerzo es proveyendo la motivación y los recursos, en vez de asumir una responsabilidad directa en la capacitación de los maestros, aunque en algunas circunstancias el ministro podría enseñar un curso de capacitación para maestros.

Hay una relación directa entre la adoración y el estudio, y la vida de la iglesia como un todo. Dar a conocer el amor de Dios a todas las personas es esencial para el cumplimiento de la misión de la iglesia, para lo cual se necesita la participación de toda la congregación en una adoración significativa y en el estudio vital de la fe cristiana.

LAS FUNCIONES DE LA IGLESIA

Evangelismo. El tema que sobresale en los dos relatos bíblicos de las últimas palabras de Jesús a sus discípulos es el evangelismo. En Mateo 28:19 Jesús les da el mandato: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.
Y en Hechos 1:8 Jesús dice: “…pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Este fue el último punto que Jesús trató con sus discípulos. Al parecer Jesús consideraba el evangelismo como la razón misma de la existencia de ellos.

Edificación (Discipulado). La segunda función principal de la iglesia es la edificación de los creyentes. Aunque Jesús hizo un énfasis mayor en el evangelismo, la edificación de los creyentes es lógicamente prioritaria. Pablo habló repetidamente sobre la edificación del cuerpo. Por ejemplo, en Efesios 4:12 Pablo señala que Dios ha dado diversos dones a la iglesia “…a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”. Los creyentes deben crecer en Cristo, “…de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efesios 4:16).

Instrucción y enseñanza. Estas son parte de la gran tarea de discipular. Uno de los mandatos de Jesús en la Gran Comisión es el de enseñar a los nuevos convertidos a “…que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28:20). Con este propósito, uno de los dones que Dios ha dado a la iglesia es el de “pastores y maestros” (Efesios 4:11), para preparar y equipar al pueblo de Dios para servir. La educación puede asumir muchas formas y tener lugar en muchos niveles. Le corresponde a los miembros de la iglesia hacer uso de todos los medios y tecnologías legítimos disponibles hoy en día. La predicación es un medio de instrucción que ha sido utilizado por la iglesia cristiana desde sus inicios. Los estudios bíblicos, las clases en institutos bíblicos, el estudio por correspondencia, la lectura para el desarrollo personal, las clases individuales, y muchos otros medios son provechosos para capacitarnos para alcanzar y enseñar a otros.

Adoración (o exaltación). Mientras que la edificación se enfoca en los creyentes y es para su beneficio, la adoración se concentra en el Señor. La Iglesia Primitiva se reunía regularmente para adorar, práctica que fue ordenada y elogiada por el apóstol Pablo. Su instrucción a los corintios de apartar dinero cada primer día de la semana – “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas” (1 Corintios 16:2) – sugiere que ellos se reunían regularmente en ese día para adorar. El autor de Hebreos exhorta a sus lectores a no dejar de lado sus reuniones, como algunos acostumbraban: “…no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:25). Aunque la adoración se concentra en Dios, también tiene un beneficio para quienes adoran.

EL GOBIERNO DE LA IGLESIA HOY
Los intentos de desarrollar una estructura de gobierno eclesiástico que se adhiera a la autoridad de la Biblia encuentran dificultades en dos aspectos. El primero es la falta de material instructivo. No existe una exposición autoritativa de cómo debería ser el gobierno de la iglesia. Cuando examinamos los pasajes descriptivos encontramos un segundo problema. Hay tanta variación en las descripciones de las iglesias del Nuevo Testamento que no podemos identificar un patrón autoritativo. Debemos, por lo tanto, examinar los principios que encontramos en el Nuevo Testamento y tratar de construir nuestro sistema gubernamental con base en ellos.
Un principio evidente en el Nuevo Testamento, y especialmente en 1 Corintios, es el valor del orden. Es deseable tener algunas personas como responsables de ministerios específicos. Otro principio es el sacerdocio de todos los creyentes. Cada persona es capaz de relacionarse con Dios directamente. Finalmente, la idea de que cada persona es importante para el cuerpo como un todo está implícita a lo largo del Nuevo Testamento, y se expresa de forma explícita en pasajes como Romanos 12 y 1 Corintios 12.

El Compromiso
Un recurso significativo en cualquier congregación es la devoción de los obreros al ministerio de su iglesia local. Aunque el grado de compromiso varía entre las personas, éste es influenciado profundamente por el desafío y la efectividad del ministerio de la iglesia. Un ministerio efectivo es probablemente el motivador más poderoso para asegurar el compromiso total de todos los obreros de la comunidad. Esta es la razón por la cual algunas iglesias reciben grandes cantidades de tiempo de parte de un gran segmento de su membresía, mientras que para otras iglesias es tan difícil asegurar hasta el menor compromiso de tiempo.

Objetivos que valen la pena, comunicados adecuadamente, tienen un atractivo que inspira los mejores esfuerzos de los cristianos comprometidos. Pero el compromiso puede ser desperdiciado. En ocasiones se le otorga un resplandor religioso a reuniones y actividades sin propósito, simplemente porque están relacionadas con la iglesia. En algunas iglesias se presiona a las personas a participar en largas reuniones de grupos de decisión, para las cuales no ha habido una preparación adecuada y en las que, por consiguiente, poco se logra. El resultado es una disminución del entusiasmo y el compromiso.

Debemos hacer una valoración realista de los talentos combinados de las personas en nuestra organización. No debemos cometer el error de poner a trabajar de inmediato a personas sin experiencia; pero tampoco debemos caer en el error, casi siempre fatal, de no tomarlas en cuenta en lo absoluto. “Úsalos o piérdelos” es un eslogan que se aplica en el área del compromiso. No obstante, las personas nuevas y sin experiencia deben ser puestas a servir en áreas donde no se sientan fuera de lugar. El compromiso produce participación; y la participación a menudo incrementa el compromiso.

Los cristianos no Involucrados

El Dr. E. Stanley Jones, reconocido misionero a la India, se refería profundamente al tema de los recursos humanos cuando dijo: “En la iglesia del futuro, la prueba más importante de su poder de supervivencia, y de su supervivencia con poder, será su capacidad de ganar a los dos tercios de su membresía que se encuentran atrapados en el remolino de lo marginal y lo intrascendente, y que van de aquí para allá sin llegar a ninguna parte, produciendo poco o nada, excepto movimiento”.
¿Cuál es el mayor recurso sin utilizar de la iglesia? Son los obreros y los asistentes que están involucrados únicamente en lo marginal y lo intrascendente. Un uso más productivo del recuso humano depende de la capacidad de desafiar a la gente a dejar de ser espectadores para convertirse en participantes. Este grupo de personas debe cambiar de una postura no participativa y no contributiva de crecimiento hacia adentro, hacia una postura de participación agresiva en la obra eterna del Reino de Dios. Pero ¿cómo podemos hacer esto? ¿Es esto posible?

Los líderes deben dirigir a la gente invirtiendo su propio tiempo; deben dirigir con sus acciones más que con sus palabras. El buen liderazgo consiste en hacer que personas promedio sigan su ejemplo para lograr un trabajo superior. Como un buen instructor, un líder produce seguidores efectivos. El servicio cristiano efectivo aumenta en gran medida cuando los miembros de la iglesia ven a sus líderes involucrados productivamente en un servicio cristiano significativo.

La motivación ha sido definida como lograr que alguien trabaje con entusiasmo porque quiere hacerlo. Tal entusiasmo surge cuando las personas son llamadas a realizar tareas que merecen y demandan su mejor esfuerzo. Cristo mismo, y Su Iglesia, agresivamente involucrados en un servicio significativo, producen una poderosa fuerza motivadora.

Cristo – la Cabeza de la Iglesia. Las personas que viven enfocadas en lo terrenal, con su lucha por una supervivencia centrada en sí mismos, pueden no entender el propósito de la Iglesia. La Iglesia – la verdadera Iglesia – está centrada en Cristo. Su fundamento es Cristo. El Reino de Dios es la semejanza de Cristo. Para la Iglesia, Cristo es la Cabeza, la Piedra Angular y la Fuente de avivamiento y renovación. Su promesa, “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Juan 12:32), se ha cumplido a lo largo de la historia de la Iglesia. Se cumple hoy y se cumplirá mañana.
Como Fundador y Edificador de la Iglesia, Jesús dijo: “…edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18). Como Sustentador y Protector, Jesús dijo: “…las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18). La iglesia es de Cristo y Él está edificando Su Iglesia hoy.
Aún con sus debilidades la Iglesia es invencible con Cristo como su Señor. Sin Cristo la Iglesia es inefectiva, no tiene poder y no es más que un club social irrelevante. Con Él la Iglesia se convierte en el canal de Dios para salvar y bendecir a un mundo necesitado. Sin Cristo la Iglesia es débil e insípida. Con Él la Iglesia es el canal de Dios para salvación y significado.

Liderazgo Financiero. La membresía de la iglesia seguirá a los líderes que los guíen con fe y visión. Aunque no tenemos un radar financiero, conocemos el carácter confiable de Dios y la generosidad de Su pueblo en el pasado. Dios quiere multiplicar los recursos financieros de Su iglesia a través de la gente; y la gente quiere dar.
El verdadero nivel de compromiso de una persona para con Cristo a menudo se refleja en sus actitudes y prácticas de mayordomía. Dios es el dador de todo; Él nos da la capacidad de ganar dinero. Él nos da la oportunidad de tener empleos bien remunerados. Los cristianos damos con alegría, no por presión ni por obligación, sino porque reconocemos que todo lo que poseemos se lo debemos a Dios. Y los líderes – tanto ministros como laicos – deben dar un ejemplo que desafíe la generosidad cristiana en cada miembro de la iglesia.

Diezmos. El pueblo de Dios da generosamente conforme Él los prospera. Ninguna otra organización en el mundo tiene una base financiera tan confiable. Y dado que sus razones fundamentales para dar son espirituales, un ministerio agresivo atrae los fondos adecuados.

Información Financiera. Con demasiada frecuencia, la información relativa a las finanzas de las iglesias locales se mantiene oculta en un halo de misterio y secreto. Frecuentemente el tema de las finanzas en las iglesias locales se discute en términos imprecisos y mojigatos. Sin embargo, el presupuesto es el ministerio de la iglesia expresado en términos monetarios y como tal, debe ser compartido con la congregación. La información financiera puede ser confiada a los creyentes. Dios siempre usa la información, no la ignorancia. El correcto manejo de las finanzas y el compartir la información con la congregación estimulan el dar. Un principio importante para el compromiso financiero es que las personas apoyan aquellos programas que ellas mismas ayudan a desarrollar y que entienden completamente.



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